miércoles, 24 de junio de 2015

Capítulos: 10, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 18.


Capítulo 10

       A Natasha solo le tomaron unos breves segundos para notar la tensión en el cuerpo de Nikolay. Levanto la vista y le busco la mirada.
         –estréchame más fuerte Kolia, aún no creo que estés a mi lado.
         –Si Tasha, no dudes, estoy aquí…–hablo con frialdad– Y estoy aquí porque tú así lo has querido, al meterte en esta caldera próxima a explotar.
         –Kolia, lo siento, pero ellas, mis hermanas, me necesitaban.
         –Yo también te necesito, nuestra hija también te necesita –le replicó soltándola y dándole la espalda– sé que te entregas a los doloridos, a los moribundos, a tu familia, a tus hermanas… a tus afectos – pero Anya te necesita, yo te necesito… –y la miro con profundidad– yo también estoy dolorido, también estoy padeciendo esta guerra, yo también necesito que pienses en mí... No puedo hacerlo solo, no puedo ir al frente teniendo fe, no puedo hacerlo sin que me ayudes, no puedo hacerlo sin ti Tasha.  Quiero que entiendas que mientras estoy combatiendo a los alemanes, necesito sobre todo, tener la seguridad, y la tranquilidad… de que al menos la mujer que amo está a salvo.
         “Al fin, al fin lo dijo”, pensó Tasha, mirándolo con amor y conteniendo la emoción.
         –… ¿sabes algo Tasha?... me he olvidado de todo, de mi vida, de mi pasado, de mis obligaciones de mis responsabilidades, de mi esposa… solo vivo por ti y por mi hija… –ya no podía hablar, susurraba– ¿por qué me haces algo así? ¿Por qué vienes y arriesgas tu vida, tu seguridad, la de Anya y la mía…?
         Los azules ojos de él estaban anegados por la angustia y el tormento de los días de incertidumbre, que debió soportar desde que se enteró que ella está en Leningrado.
         Ninguno de los dos podía hablar solo se miraban con desesperación.
         –Kolia
         –No te acerques.
         El coronel, hizo unos pasos hacia atrás, pero ella lo mismo camino hacia él.
         – Kolia, estoy tan feliz de verte. – No le importaba su rechazo, ella necesitaba tocarlo, necesitaba sentirlo, necesitaba saber que no era un sueño.
         – ¿Kolia por qué me rechazas? –pregunto con un hilo de voz, al ver que él hacia otro paso más hacia atrás.
         – ¿Y tú porque nos has hecho esto, porque estás aquí? –la mirada de Nikolay era fría e indolente.
         –Entiéndeme, ellas me necesitaban, debía  venir en su busca, no podía abandonarlas, no podía quedarme de brazos cruzados lamentándome por el futuro de mis hermanas,  ni siquiera tenía la certeza de que continuaran con vida, y si lo estaban no sabía si podían bastarse por sí mismas, o si lograrían sobrevivir otro invierno en este lugar...  Y te cuento, que muy errada no estuve con mis temores, porque llegue aquí con el tiempo justo para ver morir a una de ellas… por inanición. –y con seguridad agregó: –… tenía que hacer algo, debía hacerlo.  Lamento muchísimo que no puedas comprenderlo.
         Él escuchó con atención, sin decir nada más.
         – ¿y dime Kolia, tú para que has venido?
         –Yo... sabes muy bien porque estoy aquí, Tasha. –contestó, irritado
         “Por mí”, susurró el corazón de Tasha.
         –Lo sé,…Kolia, lo sé… ahora, por favor, abrázame. – y ella rozo su brazo
         –Apártate Tasha.
         –Kolia… perdóname, estaba desesperada, tal vez si hubiese hablado contigo podría haberte pedido consejo o tal vez  ayuda… pero estaba sola, muy sola, compréndeme.
         – ¿pretendes que te justifique? ¿que justifique el hecho de que has dejado a nuestra hija sola al cuidado en una mujer mayor, en medio de la guerra, para venir  a una ciudad sitiada por los nazi en busca de tus dos hermanas, que ni siquiera tenías la seguridad que vivían?
         –No seas duro conmigo, sé que…estuve mal al ser tan impulsiva, pero no tenía alternativas, ya había perdido a mi madre no quería perder a mis hermanas…, y lo mismo llegué tarde para salvar a Nina,  ponte en mi lugar… ¿puedes ponerte en mis zapatos al menos por un instante?
         –No pretendas que yo te redima de tus culpas, cuando ni tu puedes hacerlo –y él subió su tono de voz.
         –Eres cruel.
         – ¿cruel?... ¿eso crees de mí? …Y eso que aún no he respondido  tu maldita pregunta. –y conteniendo su alterada  respiración,  le espetó– Si yo me pongo “en tus zapatos”, o sea en tu lugar,  por un instante, por  tan solo unos breves segundos…–y le señalo con sus dedos un pequeño espacio– para poder decidir,… te aseguro, te afirmo,…que  hubiese elegido, sin dudarlo,  la seguridad de mi indefensa hija de apenas meses de vidas,  a la de  mi hermana que seguramente sabría defenderse mucho más que Anya, mil veces hubiese elegido a mi hija… mil veces,  como la naturaleza humana nos obliga.
         –Tienes razón,  Ahora sí  puedo decir eres un cruel y despiadado ruso–le replico ella con la voz temblorosa.
         –No, tan solo soy… un verdadero padre.
         –Pero claro, si el coronel Volkov, es la viva imagen de la perfección –ironizo ella– nunca se equivocaría, nunca dudaría, nunca vacilaría, nunca flaquearía ante la presencia de sentimientos conflictivos… pero si es un ejemplo de virtudes, equilibrado,  racional, juicioso…
         –Todos esos títulos los has puesto tú, así que yo no me hare cargo de ninguno de ellos Natasha.
        
 –Pues debo darte una noticia, no te necesito para nada aquí, no necesito ni tu presencia, ni tus reproches, ni tus rechazos, no necesito nada de ti –grito Tasha
         – ¿Y qué esperabas he? ¿Qué te felicitara, que te dijera que tus actos, eran poco más que heroicos? Cuando abandonaste a nuestra hija, para venir a arriesgar tu vida aquí…–le arrojó él entre dientes, controlando su furia.
         – ¡Ah! todavía hay más…  ¿aún no has terminado conmigo soldado?... ¿qué me dirás ahora?... ¿qué soy una mala madre, una mujer espantosa?... Ya me acusaste, me juzgaste, ¿ahora pretendes sentenciarme también? ¿Qué harás, me quitarás a mi hija y se la entregarás a la integra y brillante Lena?
         Ella clavó su helada mirada ambarina, esperando una respuesta, una respuesta que no llego.
         Con el hielo ruso reflejado en sus ojos… dijo
         –respóndeme.
         –No sería mala idea. –respondió el coronel con el ceño fruncido.
           Natasha estaba blanca como un papel, en su rostro solo se apreciaba el color de sus pequeñas pecas sobre la nariz.
         Se sentía totalmente abatida e indefensa ante las ásperas palabras de Nikolay. Apretó sus labios con mucha fuerza, para no llorar… pero poco a poco comenzó a desmoronarse.
         Nikolay lo percibió, se acercó a ella e intento sujetarla.

         Natasha entonces lo empujo. Aunque no quería empujarlo. Quería gritarle no me toques, pero quería que la tocara.
   –Eres una niña –susurro el coronel– como se te puede ocurrir algo así… Nunca te quitaría a Anya, eres su madre, tú eres su ángel de la guarda… solo quiero que regreses a su lado, solo eso.
         Natasha lloraba.
         Él la estrecho entre sus brazos con la fuerza que ella le había solicitado anteriormente. Él la abrazó y sintió tener el mundo en sus manos
         Mientras murmuraba:
         –Todo lo que dije, no te lo dije de corazón, ya sabes, fue mi enojo el que habló por mí...
         Ella no lo escuchaba. Solo lo sentía… Levantó su rostro, lo miró con anhelo… y con sus labios le decía: bésame.
         –Por favor, Kolia,  olvidemos todo…
         Él permaneció inmóvil y… silencioso.
         –Kolia…bésame... –su voz era una súplica.
         –Lo que se inicie en este momento será definitivo, ya no abra vuelta atrás. –dijo él con la mandíbula tensa. Observándola impávidamente con sus ojos color Ártico.
         –Estoy de acuerdo.
         –A partir de ahora cuando me prometas algo, deberás cumplírmelo.
         –lo haré.
         Él besó la comisura de los labios, mientras decía.


       
         –A partir de hoy, seré yo el que tome las decisiones, y tú no las discutirás – antes de que ella lo objetará,  agregó: – tú solo debes saber que yo estoy de tu parte….siempre… ¿está claro?
         –Sí, Kolia…está claro, pero…bésame…
         –No puedo volver a repetir esto ni todas las explicaciones que siempre te doy sobre el peligro en que nos encontramos
         –No, no puedes... –y ella apoyo sus labios sobre los de él
         –Sé que esto es difícil para ti, sé que tu forma de ser te impide ser indiferente a las necesidades de los demás, pero debes ganar tu batalla interior… debes permanecer al margen, debes  preservarte, sobrevivir para Anya  y para mí–murmuro el coronel en un esfuerzo sobrehumano para aclarar los últimos puntos antes de rendirse a la boca de ella
         –haré todo lo posible
         –lo posible no, harás lo imposible… ¿lo harás Tasha?
         –Sí, Nikolay. Voy a cambiar mi forma de ser. Desecharé todo lo que sea necesario con tal que tú y yo podamos estar juntos, sobrevivir y formar…  una familia.
         Entonces él  buscó sus labios...
         Entonces él la beso…
         Y la besó con tanta pasión, con tanta vehemencia, con tanta locura que en pocos segundos logró acariciar la sensibilidad de ella, agitándole y encendiéndole  su casto e inmaculado  interior.  
          Nikolay con prontitud , con prisa y  sin miramientos desabrocho  el uniforme de ella, y le apoyo su mano tibia, grande y dócil, sobre el pecho desnudo de Natasha ...
         Ella  cerró los ojos y gimió
         –Hoy al fin podrás tenerme Kolia… hoy al fin, seré nuevamente tuya, y tú sentirás mi cuerpo en comunión con el tuyo.        
         –Tasha,… Estas  tan delgada, tan  frágil… y con este  cándido uniforme y   tu celestial melena, temo que eres un ser divino al que pueda dañar…– dijo él al tiempo que la estrechaba contra su cuerpo.
         –Te aseguro que soy muy real, y muy carnal. – y se pegó aún  más al fuerte cuerpo del coronel, haciendo que sus senos rozaron su tórax.
         Nikolay sonrió ante la audacia de ella…   a partir de ese momento sus manos y labios fueron cada vez más minuciosos y exigentes.
         –Llevo soñando catorce meses con tus preciosos pechos..., desde esa tarde en el Kremlin–le dijo al cabo de algunos segundos, o algunos minutos,  o algunas horas, era imposible saberlo, el reloj había dejado de funcionar para ellos dos.
         Tasha volvió a gemir.
         –Tasha gime todo lo que quieras, pero no muy alto. –le susurro él al oído– no quisiera que esas dos mujeres que están del otro lado nos interrumpan en este momento.
         –No puedo prometerte eso, deberás taparme la boca… o ellas sabrán lo que estamos haciendo aquí adentro.
         – ¿Dónde duermes tú?–susurró el
         Ella le señalo el lecho más grande.
         –perfecto. – la volvió a besar, y con los labios sobre los de ellas la tumbo sobre el amplio lecho, y sin que ella tomara conciencia  en cuestión de minutos le haba quitado su uniforme, y la ropa interior.
         –Oh Dios, eres preciosa, soñé con verte así durante tanto tiempo…
         Él la aplasto con su cuerpo, ella en un acto impensado abrió su piernas y se abrazó a él.
         –Oh, Tasha estas lista para mí,… te amo, te he amado cada minuto desde el día que te conocí. ..¿Sientes mi corazón?
         Ella gimió
         –Gime todo lo que quieras he hecho miles de kilometro para escucharte gemir.
         –pensé… que habías venido para reprenderme.
         –para reprenderte, y para amarte… Tasha he esperado tanto, pero tanto por esto–le beso la boca, la mejilla, la garganta… – ¿… me deseas, me deseas como yo a ti?
         –Claro que te deseo
         –Sueño con este momento desde que te conocí
         –Kolia, yo… ya he vivido este momento… y tú también, solo que yo lo tengo en mi memoria y tu no.
         –No importa, ahora tu estas desnuda, yo encima de ti, tus pechos desnudos están rozándome, tienes tus piernas abierta entre mi cuerpo…
         –Si Soldado, estoy desnuda para ti, estoy dispuesta para ti, estoy desmedida…para ti…–susurro ella excitada.
         – ¿Estás seguro de esto?
         –Nunca he estado más segura en mi vida.
         –Hablo en serio, ten en cuenta que de ahora en más te reclamaré como mía, y tendré ciertos derechos sobre ti, que  nadie me quitará.
         Tasha quería mirarlo pero el deseo le hacían cerrar la vista, solo podía oir la fuerte e intensa respiración de él. Sintió el contacto de sus labios húmedos y ardientes sobre su garganta… el pelo su barba sobre su piel…  Y luego, luego sintió el fuego de la invasión en su interior.
         Nikolay  estaba dentro de ella.
         Ella lo sujeto del cuello con fuerza, se aferró al hombre, a la pasión, al tiempo, al pasado, al presente…Y al futuro. Porque  su cuerpo comenzó a fundirse al de él… para convertirse en un solo ser…
         –Tápame la boca –le murmuro al oído
         Nikolay no la oía. Ni siquiera se había quitado el pesado abrigo ni sus largas botas. Natasha, no podía contener sus gemidos. La mañana, el momento, su situación ya no tenían miramientos. La guerra, la ciudad situada, los nazis dejaron de existir.
         Nikolay no se detenía, Nikolay ya nunca se detendría.
         Llamaron a la puerta.
         –Querida, ¿estás bien?
         –Sí, estoy bien, enseguida voy. –Le respondió ella sobre los labios de él– Tápame la boca Kolia… tápamela.. Por favor...
         –Eres tan deliciosa –susurro él  antes de taparle la boca con un beso–y cambiar su ritmo por uno más rápido.
         Ella se aferró a él de cualquier manera, se agarró de su cuello, de su abrigo, de su espalda.
         Y finalmente se produjo. Un torrente de magia los envolvió. Un flujo de ardor convulsivo recorrió sus cuerpos…su alma, su espíritu, todo su ser.  Un glorioso derrame de pasión se esparció sobre sus  sentidos… provocándoles  intensos  temblores, que ninguno de los dos pudo dominar por un largos e inolvidables minutos…
         Tasha le beso los labios, la barbilla,  los labios…nuevamente la barbilla… nuevamente los labios… no podía dejar de hacerlo. Como tampoco podían quitar sus ojos de los azules hipnóticos de él…
         –Oh, Dios mío…Nikolay, eres perfecto. Quiero que ahora mismo me digas  ¿cómo será mi vida a partir de ahora?
         Él le besó la palma de la mano.
         –Renunciaré a todo por ti,  y estaré a tu lado hasta que la muerte nos separe.
         – Y yo te querré y te amaré hasta que… la muerte nos separe. A partir de ahora comenzaremos una nueva vida.
         – ¿existió  una vida antes de ti Tasha?


**********

         “Los meses  de desesperación,  de miedo, de tormentos,  sus noches sin dormir, sus suplicas ante Dios, sus solitarias nueve lunas, todo…todo quedó atrás”
         “Es  tan fácil el olvido, cuando solo hay amor en el corazón”
         “Nikolay en ese momento despertó para siempre su impaciente femineidad, su sensualidad, su instinto carnal, … su insaciable  hambre pasional.  Él, ahora  era parte, definitivamente,  de su cuerpo,  de su esencia… y de su existencia”. 


**********








Capítulo 11
                                      
         –Tasha, he traído algo de alimentos, en ese bolso que ves ahí– Y Nikolay señalo un bolso militar en la esquina de la habitación, mientras terminaba de acomodarse el pantalón y  ordenaba su abrigo que Tasha había apretujado minutos antes
         Ella estaba sentada al borde de la cama abrochándose su uniforme.
         –Gracias, ahora preparare algo para comer ¿tienes hambre Kolia? ¿Cuándo has llegado a Leningrado?
         –prepara algo para comer, pero para que tú te alimentes, estas muy delgada Tasha.
         –preparare para todos… ¿cuándo llegaste?
         –Anoche. Y esta misma  mañana mandé a uno de mi hombre a preguntar por ti a tu trabajo.
         –Ah, ¿habías sido tú el que mandaste al soldado? –pregunto ella aliviada.
         –Sí, claro… ¿Por qué? ¿Es común que los soldados pregunten por ti?
         Ella lo miro, sonrió, se acercó a él y lo abrazo por la cintura.
         –Kolia ¿qué clase de pregunta es esa?
         –Eso me dio a entender  esa enfermera con cara de sargento nazi, Olga. La que me enviaste el recado aquel ¿recuerdas, cuando estaba internado?
         Ella asintió
         –bueno, ella me dijo que tenías no recuerdo si la palabra fue filas, u hordas, de soldados y médicos detrás de ti...
         Tasha sacudió la cabeza.
         –Que exageración, te lo habrá dicho para molestarte, olvídalo.



         Él se apartó de ella y mirándola con expresión de recelo, le preguntó.
         –¿y qué hay con el doctor Ledev? ¿eso también es una exageración…?
         Tasha lo miro con cautela, sintió un leve rubor.
         Y él levanto la ceja..
         –Bueno, bueno…
         –¿bueno que? Yo nunca tuve nada con Al… con el doctor Lédev
         –Con Aleksi, dilo, no hay problema, estamos en confianza, puedes hablar conmigo abiertamente, llámalo de la manera como tu acostumbras hacerlo,  no tiene nada de malo –ironizo él.
         –Voy a decirte lo mismo que tú me dijiste hace un rato. ¿existió una vida antes de ti Kolia?
         Nikolay la miró sorprendido.
         –¡¿que …?! ¿acaso ese  médico y tú?
         –¡Nikolay!–exclamo ella abriendo sus ojos.
         –¿Nikolay que?...Alguna vez, no puedo ni decirlo….¿él …te ha puesto un dedo encima?
         –¡No! ¡Cómo se te ocurre!
         – ¿Y por qué estás tan ruborizada? –él levanto la voz.
         –Por las cosas que me haces pensar.
         –¿las cosas que te hago pensar?
         –pues sí, no puedo imaginarme que él… que él me toque.
         –¡Yo tampoco! ¡Mejor cállate!... y déjate de pensarlo.


         Los dos se quedaron mirándose fijamente, sus respiraciones  estaban demasiado agitadas.
         Llamaron a la puerta.
         –Tasha, querida… ¿está todo bien?
         Nikolay realizo solo tres largos pasos y abrió la puerta.  Sonia Smimova debió elevar mucho la cabeza para mirarlo.
         –Está todo bien señora, puede comprobarlo usted mismo, aun no la he descuartizado y tirado sus pedazos por la ventana. –abrió más la puerta y Tasha estaba plantada en medio de la habitación y le sonrió a Sonia.
         Nikolay luego miro a la mujer con un gesto suave, asintió y le cerró la puerta en las narices.
         –Kolia, eres un grosero. –lo reprendió de inmediato.
         –Eso es lo que haces tú conmigo, eso es lo que haces desde que te he conocido, sacar lo peor de mí. Por ti he mentido, engañado, omitido, defraudado, desilusionado, desalentado, olvidado… he roto promesas, juramento, códigos… y he sido grosero.
         Ella se cruzó de brazos,  y pestaño.
         – ¿hay algo más? … ¿me culpas de algo más?  Hoy me has puesto  en el banquillo de los acusados… – espero para que él respondiera, como no lo hizo le dijo– Bueno entonces, debo decirte que yo nunca te pedí que hicieras nada de eso, nunca pero nunca.
         –Ahora no me des vueltas las cosas Tasha. Sabes muy bien que ese día me atrapaste para siempre, que desde el mismo momento que te vi frente a mí en la oficina del kremlin  te adueñaste de mi voluntad,…si quede boquiabierto frente a ti como un chiquillo adolescente que nunca hubiese visto a una mujer. ¿Crees que porque era un hombre casado no enloquecería? ¿Crees que yo no sentía nada frente a ti cada día que te veía llegar sonriente con tus insignificantes informes, que solo pedí como una excusa para verte? ¿Crees que fue fácil para mi… lo crees? …Aunque no me lo hayas pedido, me has empujado hacerlo…

         Natasha  lo miró durante unos momentos, perpleja, y después le habló con voz suave y moderada.
         –No me culpes Kolia, es lo único que quiero… Que nunca más vuelvas a culparme de nada. Yo también he tenido que dejar  mis principios y hasta mi moral a un lado, y más de una vez  debí  agachar la cabeza por llevar en mi vientre a un hijo sin estar casada… te aseguro, que no es fácil doblegar el orgullo ante todos,  Yo también he tenido que romper juramentos, e incumplir con mi palabra.. –en su mente asomó  la promesas que le había hecho a la misma Lena, de nunca más acercarse a Nikolay mientras aún estuviera casado.
         Él al escuchar la  vacilante voz de ella, se acercó,  extendió su brazo y le acaricio el  cabello suavemente.
         – ¿Por qué estamos peleando? – pregunto ella con la voz temblorosa.
         –Por ese maldito médico.
         –Pero Kolia, a mí nunca nadie me ha tocado… nadie nunca me beso. Nadie nadie,  solo tú.
         –¿Ningún otro hombre lo ha hecho, ni siquiera …sobre tu ropa?
         –No…no, y no
         Él le pazo el revés de la mano por su mejilla.
         –No es posible Tasha, todas las chicas… han tenido un pretendiente, un amigo muy cercano,… durante su adolescencia,  cuando atraviesan su indómita  pubertad…
         –Yo no… ¿y tú como sabes de eso? ¿Eras el amigo cercano de muchas adolescentes?
         –Tengo una hermana mujer ¿lo olvidaste? Pero no me cambies el tema, ¿Y en Moscú? ¿Nunca saliste con chicas, cuando estudiabas,  nunca conocieron chicos, nadie te invito nunca…al cine, por ejemplo?
         – no.
         –No me lo creo, es imposible, que esta belleza, no haya sido perseguida miles y miles de veces.. mmm, si yo te hubiese conocido, no te hubiese dejado respirar.
         –Y yo…  me hubiese dejado perseguir por ti, Kolia, siempre,... pero sólo por ti.
         –mmm… ¿Estabas esperándome a mí,…entonces?
         –Si –dijo ella, avergonzada
         –¿Cómo podré vivir de ahora en más, pensando que este paraíso es solo mío, que yo lo descubrí, y que no quiero que nadie nunca pueda alcanzarlo?
         –Simplemente permaneciendo a mi lado, viviendo en el.
         –Eso es lo que más deseo hacer–susurro él.
         –Si al menos no estuviésemos en guerra, si al menos eso no fuese otro de nuestros…impedimentos–comentó ella.
         –Tasha, te aseguró  que ya nada podrá impedir lo nuestro, nada.  Y ahora salgamos de aquí, antes que me olvide que hay dos mujeres escuchando detrás de la puerta, y vuelva a poseerte nuevamente.
         –Ven,  vamos con ellas, deben estar preocupadas…y por favor sonríe.
                –Los rusos no sonreímos por sonreír, ni  por cortesía,… ni por puro encanto, esas reglas la rompen  algunas excepciones  especiales, como el caso de Natasha Serkin ¿la conoces?
         Ella lo miro risueña y le  regaló la más amplia y perfecta sonrisa.
         Y tomándolo de la mano  se encamino fuera de la habitación–… Y Kolia,  hoy yo cocinaré para ti.

*****************



        

         Natasha le sirvió primero la sopa a Nikolay, y luego a las otras mujeres, después llevó a la mesa  la fuente con el pastel de patatas  y entonces tomó asiento. Solo cuando Tasha ocupo su lugar,  los demás comenzaron a comer.

         –Dígame Coronel ¿usted cree que al fin lograremos quitarnos a estos nazi de encima? –pregunto Sonia luego de terminar su sopa.
         –Sí coronel, díganos la verdad –agregó Leyna.
         –No tenemos opciones señoras, debemos quitárnoslo de encima, si Hitler logra su cometido, el que sea, doblegar Leningrado en el sur, o hacer caer Stalingrado en el norte, habremos perdido la guerra.
         –¡Oh! –exclamaron las dos mujeres al mismo tiempo, mientras que se persignaban.
         –pero no deben preocuparse. Tenemos un ejército mucho más fuerte y resistente que Hitler,  venceremos a los alemanes en los próximos meses, con la ayuda de nuestro general invierno ¿verdad Kolia?–agregó  Tasha con expresión alentadora
         –Si Tasha, los venceremos. –respondió él cauteloso.
         – ¿Te sirvo Vodka, Kolia?– le pregunto ella, que había abierto una de las botellas que encontró en la bolsa con mercancía.
         –Si, por favor.
         –A mí también, sírveme un poco Tashi –le pidió Leyna
         –y a mi querida.
         Natasha las miro sorprendida, pero les sirvió.
         – ¿tú no tomas? –le pregunto Nikolay
         –No, Tashi no bebe alcohol, y odia el cigarrillo, aquí todas las noches son las peleas con Julya por ese motivo
         –No es lo que lo odie, no es eso –y miro a Kolia, para explicarse, ella sabía que el fumaba, y bebía vodka. –cada cual es libre de tener sus gustos, pero July no puede fumar, mi hermana, tuvo un principio de tuberculosis, y sus pulmones deben permanecer sanos…¿entiendes?
         –Sí, es lógico.
         –Hablando de tu hermana, querida – la interrumpió Sonia, mientras sonriendo miraba hacia la puerta, que ingresaba Julia, envuelta en un tapado dos talles mas grande, y apoyaba el fusil en la pared.
         Kolia levanto la vista y miro con curiosidad hacia la chica de cabello corto y con atuendo masculino. Natasha rápidamente se puso de pie y fue hacia ella.


         –July,  hermana… tenemos visita
         –Eso veo..– contesto por lo bajo Julya,  mientras se quitaba el abrigo y lo colgaba en el perchero junto a la puerta de entrada – ¿quién es ese soldado?
         –ven, ven, que te lo presentaré...
         –bueno, espera, no seas tan impaciente –-susurraba –¿Quién diablos es?
         –Es él, es él, mi Kolia.
         Julya la miró boquiabierta… y luego se acomodó su cabellos tras sus pequeñas orejas, trago y sin esperar a su hermana se dirigió hacia la otra punta del recinto donde estaba la mesa y los comensales.
         Al llegar, Kolia se puso de pie.
         Natasha ya estaba su lado.
         Julya con una gran sonrisa, mirando al hombre que tenía en frente, pregunto:
         –¿Así que este es el coronel Nikolay Volkov?
         –Sí, él es.–respondió Tasha
         Julya le extendió la mano.
         –Ahora, entiendo a mi hermana…
         –¿tienes hambre Julya? Kolia ha traído víveres como para un batallón, he preparado sopa y pastel… –al ver que la hermana no le quitaba la mirada de Nikolay debió  levantar la voz –Julya
         –Ah, sí... Si, voy a lavarme las manos, y vuelvo…  por supuesto que cenaré Tashi.
         Nikolay sonriendo volvió a tomar asiento, Tashi busco otro plato para su hermana y luego  volvió a sentarse a su lado.
         –Muy bien, estoy lista. Quiero oírlo todo. ¿Cómo llego el coronel aquí? –Dijo Julya apenas tomo asiento– ¿estuvo en Moscú, mi coronel? ¿Vio a mi sobrina acaso? ¿Fue mi tía quien le dijo que la loca de mi hermana vino para aquí?

         Natasha observó, también,  con curiosidad a Kolia, ella también quería quien le dijo.
         –Julya, puedes llamarme Nikolay. Y no fue precisamente en Moscú, donde me entere sobre el reciente  paradero de Tasha
         – ¿ah, no?... cuéntanos Kolia, si nadie lo sabía.–lo apuro una sorprendida Tasha.
         –Sí, cuéntanos Nikolay –dijo  Julya
         Las cuatro mujeres lo miraron expectantes, mientras el bebía un largo trago de vodka, hasta terminarlo.
         – ¿me sirves un poco más, por favor? –le pidió el coronel a Natasha sin quitarle su azul mirada ni por un instante
         –Pues …claro –ella exhalo un suspiro, impaciente,  y le sirvió.
         –Estaba a más de mil ochocientos kilómetros de aquí, en los pies de los montes caucáseos, con mis tropas, en nuestro cuartel general, preparando la  contraofensiva para cuando las hordas nazis llegaran –hablo Nikolay con voz pausada y profunda– cuando llego una comitiva sanitaria que estaba realizando una gira de emergencia por todos los asentamientos del ejército, para proveernos de profesionales de la salud, y para que un médico cirujano especializado capacitara  al personal auxiliar de los hospitales militares, …para  evitar de esa manera la cantidad de casos de mala praxis en las cirugías de emergencias…–tomo aire– Al menos eso es lo que nos explicó quien dirigía la comitiva…
         El tenedor cayo de la mano de Tasha, que en ese momento estaba por comer un trozo de pastel. No levanto la vista. Espero las próximas palabras, que de antemano las conocía. Ahora entendía la reacción de él un rato antes y tantas preguntas sobre Aleksi.
         –El doctor que capacitaba al personal, era el doctor Lédev,  ya nos conocíamos de antes,…bueno, obviamente fue él quien me conto dodo, que Tasha estaba en Leningrado, que le habían robado los  salvoconductos, y  no podía salir de la ciudad, que él mismo intentaría  gestionarles unos nuevos … al llegar a Moscú, y bueno ustedes conocen los detalles– les sonrió a las dos.
         Las únicas que no entendían nada eran Sonia y Leyna, pero no por eso se perdían ni un detalle de la conversación y de la reacción tanto de las hermanas como la del coronel.
         –Ah, pero… que chico que es el mundo. –opino Julya, sin disimular la sorpresa– ¿ Oíste  Tasha tu doc..? –y se quedó por la mitad de la oración, al darse cuenta lo que iba a decir.
         Natasha levanto la vista y se la clavo a su hermana, si las miradas asesinaran, Julya hubiese muerto esa noche.
         –Sí, una gran casualidad. Que deberé agradecerle al destino, porque eso me ha traído a Kolia a mi lado. ¿No tienes hambre Julya? –pregunto Tasha con voz tirante
         La hermana mayor intuyó de inmediato que la sola mención del médico, perturbaba a Tasha y aparentemente molestaba al coronel. Pensó entonces que ella al final no se había equivocado con respecto a las miradas que el doctor ledev le hechaba a su hermanita.
         –Sí, si tengo mucho hambre, Natasha. –y la miró con un deje de diversión.
         –pues come. ¿Quieres una copa de vodka?
         –Si gracias. ..ah. ¿puedo beber, ..el doctor Ledev no me dijo si podía hacerlo…? Dijo que tú me dirías –terminó hablando en voz muy muy baja al ver lo grande que había abierto los ojos Natasha.
         –Sí  que puedes. – Contesto Tasha furibunda, y   le lleno el vaso de vodka.
         –Nikolay, supongo que te habrás preocupado al enterarte lo que la loca de mi hermana había hecho– continuo Julya, ignorando a Tasha
         – Por supuesto que  me preocupé…. Como no hacerlo,  si era una acción inconcebible… ¿A quién se le ocurriría  regresar? ¿Quién podría olvidar  que Leningrado estaba cercada por los nazi? …Aquel día, cuando me lo dijeron, no  podía dar crédito a las palabras  de Aleksi  –y miro la reacción de Natasha al mencionar al médico con su nombre de pila, pero ella ni siquiera parpadeó–… nadie nunca  regresaría a Leningrado. Todo lo contario… escaparían de aquí.  ¿Lo has visto Julya? ¿Tú has visto lo que es Leningrado?... No, no me lo podía creer… la verdad es que no podía… ¿Cómo alguien regresaría a una ciudad sitiada? A una ciudad que todavía la bombardean todos los días…  Todos sabíamos –y disculpen ustedes por la crudeza de mi palabras– Todos sabíamos… que no había vida en Leningrado. Que era en extremo peligroso,  que resultaba imposible regresar aquí…no señor, nadie se atrevería! … excepto, claro,  la madre de mi hija….ella si se atrevió hacerlo. –Nikolay acentuó las últimas palabras con indisimulada severidad.
         Un mortal silencio cayó sobre los comensales, nadie ni siquiera respiraba.
          Natasha había dejado de respirar  y en su mente solo pensaba como hacer callar a la bocona de su hermana.
         Julya la miro y al ver los ojos rabiosos de Tasha, solo se levantó de hombros.
         Con el corazón dividido entre el amor y el enojo, Nikolay logro dominar su temperamento y  apoyo su mano sobre la de Tasha.
         –Pero Dios la ha protegido, y eso es lo importante.
         Entonces ella lo miró a él  y le sonrió levemente, al tiempo que nuevamente enviaba aire a sus pulmones.
         – ¿cómo ha encontrado la ciudad coronel, a pesar de todo? –pregunto Sonia, para relajar la tensión de la mesa.
         – A pesar de todo, la he encontrado de pie, y eso es lo que cuenta– respondió con una voz que no reflejaba ningún veredicto– he pasado por San Isaac esta mañana, y lejos de estar desolado y abandonado,  me han llamado la atención la cantidad de  tulipanes que adornaban  unas prolijas y cuidadas  plantaciones de hortalizas.
         –Estamos preparándonos para abastecernos nosotros mismos, las autoridades de la ciudad nos han entregado semillas y han permitido que sembremos en espacios públicos.  –apuró Julya.
         –Muy loable y digno por parte de leningreses, según tengo entendido las autoridades  también han aumentado las raciones diarias.
         –Trescientos para los desocupados, seiscientos para los obreros, y esporádicamente  están comenzando a entregar pan blanco. –Completo, también, la hermana de Tasha.
         –Debemos estar fuerte para el enfrentamiento final –murmuro Leyna.
         Todos guardaron silencio.
         – ¿quieres más vodka Kolia? –le  ofreció Tasha
         –No gracias, ya bebí demasiado.
         – ¿Coronel usted ahora se hará cargó del cuartel que está asentado en  Leningrado?–le pregunto Leyna.
         –No precisamente, estoy a cargo de un regimiento de infantería en Vóljov, a tan solo 122 km de aquí.
         – ¿Y para cuando está previsto el enfrentamiento? –insistió Leyna
         –Leyna querida, esas cosas nadie las sabe. Llegado el momento el ejército rojo nos informara, así nos resguardamos.
         –Bueno Leyna, ya le han contestado por mí –añadió Nikolay
         –Con su permiso, recogeré la mesa –dijo Julya poniéndose de pie. –muy rica la cena hermana.
         –Sí, una delicia la cena que nos has  preparado Tasha. –agregó él.
         –Gracias,…me gusta mucho cocinar.
         Y ella sonrió con satisfacción. Al tiempo que pensaba: “Y mi sueño siempre fue cocinar para ti Kolia”  pero eso  no lo dijo


         –Si no les molesta,  iré a fumar a las escaleras, ¿me acompañas Tasha?
         –Oh, pero Kolia, hace mucho frio para que vayas a fumar afuera, abriré la ventana, puedes fumar aquí adentro.
         –No, claro que no, no le hará nada bien a los pulmones de tu hermana.
         –Ella ya está bien, no te preocupes.
         –No hay problema, cuñado, hazlo, fuma aquí, mis pulmones están como los de un bebe– gritó Julya desde la cocina.
         –Insisto mujeres, mi conciencia no me dejaría disfrutar de mi cigarro–buscaré mi abrigo, con su permiso
         Y luego se puso de pie, y fue a buscar su abrigo a la habitación.
         –Trae el mío Kolia, le grito Tasha.
         – ¿Querida el coronel dormirá aquí?–pregunto por lo bajo Sonia, apenas Nikolay se retiró.
         –Si claro, donde más.
         –Pero aquí no hay suficiente espacio. ¿Y ese sofá… tú crees que es apropiado para él?
         Julya que había escuchado la conversación desde la cocina se acercó a ellas.
         –Por supuesto que no es apropiado, el coronel ha viajado mil ochocientos kilómetros y ustedes creen que lo mandaremos a dormir a cualquier lugar, no. Él dormirá en el dormitorio con Tasha, y yo en el sofá
         – ¡Oh!.. Pero…
         Natasha sintió que se ruborizaba. Bajo la vista para no mirarlas.
         Sabía que ni siquiera les había explicado la relación que existía entre ellos, y que debería hacerlo en la brevedad. Era una falta imperdonable que durante tantas conversaciones que habían llevado adelante las tres en esos días en que Tasha no trabajaba en el hospital, no le haya hablado de su hija y de Kolia. Para todo ruso esa falta de confianza, era algo más que una traición. Para Tasha simplemente, era evitar cotilleo, como el  que seguramente ahora se armaría en todo el edificio en cuestión de días. Porque aunque la guerra continuaba, nada había cambiado, todos sabían la vida y obra de todos los habitantes del arca de Noé.
         – ¿Pero?  Pero…nada, Sonia.  No seas tan quisquillosa, no harán nada que ya no hayan hecho, o tú crees que encargaron la hija que tienen por correo? Vamos, aún no se han casado, por la maldita guerra,  pero en un futuro lo harán, no necesitas un papel, él ya es su marido ¿se entiende?
         –Sí, si… tienes razón, para que les sirve un papel en la guerra.
         –Es lo que yo digo. – Concluyó Julya, que al ver que su hermana había quedado en una pieza le dijo– Tasha ve con tu marido, ve tranquila, nosotras terminamos de ordenar todo aquí.
         Tasha sin contestar se alejó de ellas.
         Al entrar en el dormitorio encontró a Kolia buscando en su bolso.
         –Kolia ya hemos organizado para dormir.
         Él levanto la vista sorprendido.
         –Ah… pues, yo pensaba irme al cuartel Tasha,  no deben preocuparse por eso.
         – ¿al cuartel?
         –Si, donde más, es a donde va un soldado en servicio.
         –Pero… pero…
         –¿pero?
         –Yo creí que tú te quedarías…conmigo
         Él se acercó, le tomo las manos, y la pego a su cuerpo.
         – ¿Eso es lo que quieres Natasha Serkin que me quede contigo, que duerma a tu lado y que te haga el amor cientos de veces?
         Ella contuvo la respiración, para responder.
         –Quiero que te quedes… –dijo, con mirada de súplica
         Y luego se abrazó con fuerza a él
         –Quiero que te quedes para siempre a mi lado–murmuro en su pecho
         Permanecieron en silencio, dominados por la incertidumbre y el trago amargo de saber que aquello que ella deseaba   por el momento  resultaba inviable.
         –Tasha, por ahora deberemos conformarnos con estos momentos, ahora tengo una semana antes de incorporarme a Vóljov, y pienso aprovecharla para estar todo el tiempo a tu lado antes de   sacarte de aquí  para que regreses con nuestra hija.
         –Está bien, pero no quiero ni imaginar  que haré allá sola, pensando que tu estas aquí en medio de la guerra–y lo abrazo más fuerte.
         –Mírame… mírame Tasha
         Ella obedeció.
         –Tasha, ¿crees en mí?
         –Si.
         –Entonces,  por favor,  tu tan solo debes esperarme junto a Anya en Moscú, yo regresaré a ustedes sano y salvo.
         –Esta bien…  ¿Entonces hasta que yo regresé a Moscú, estaremos juntos todo el tiempo?
         –Si, eso haremos.
         –Todo el tiempo es de día y de noche, así que tú te quedaras a dormir conmigo ¿entendido coronel?
         –Es la mejor orden que me han dado en toda mi vida. –luego le sujeto el rosto y la beso
         – Kolia…–susurró ella al rato
         –Iré a fumar abajo, porque si no terminaremos ahí arriba –dijo él y señalo la amplia cama.
         –Te acompaño
         –No, hace demasiado frió, iré solo. –y sonriendo dijo– Tasha me gustaría lavarme un poco.
         –Claro, claro…tu ve a fumar. Yo te prepararé el baño. Tenemos champú de manzana y jabón, que consiguió July la semana pasada–manifestó Tasha llena de placer.
         Él la miro con ternura, la amaba, la amaba por su natural inocencia.
         “Champú de manzana en medio de  la guerra”, eso nunca lo podría olvidar.




        
        
        



Capítulo 12

         Caminaban tomados de la mano, atravesando  la plaza del Palacio de Invierno, que era el eje central de Leningrado,… Una explanada grandiosa, monumental, en forma de semicírculo,  rodeada por el ex palacio de los zares y  del orgulloso museo ruso, el Hermitage. La maravillosa  plaza del palacio , era un lugar literalmente  rodeado por las grandezas del espíritu ruso.
         –El emblema de la victoria de Alejandro I sobre Napoleón– comento Kolia señalando el arco triunfal con los caballos de bronce.
         –Nuestros escultores, representaron  muy bien  al grandioso, y glorioso… ejercito.
         –Sí, eso es  verdad…–expreso él y con poco entusiasmo agregó:– Pero todo esto se aleja de los soldados, esta suntuosidad nada tiene que ver con los verdaderos guerreros. –dijo al dirigir la mirada hacia el majestuoso palacio.
          –La residencia oficial de los zares, hasta  hace veinte años, exactamente hasta el año en que yo nací.
         Kolia sonrió, y le paso el brazo por la espalada acercándola a su costado.
         –Eres una niña.
         –No lo soy.
         Y siguieron  caminando  uno pegado al otro, ella bajo el brazo protector de él.
         –Y eres muy pequeña, muy bajita.
         –No lo soy.  Lo que pasa, es tú eres demasiado alto.



         Natasha al rato,  miró hacia el palacio… y hablo con verdadero entusiasmo:
         – Cuando el Zar Pedro el Grande era un niño,  soñaba …y deseaba conocer qué había más allá de Rusia… Aunque no pudo hacerlo, creció con esa inquietud, y se prometió a si mismo que a la patria que él amaba, la dotaría de una ciudad tan grande como las de todas aquellas que existían en los confines del mundo,  como la que  viajeros y marineros le relataban…– Hizo una pausa porque se emocionó–  Años más tarde, en  1700, convertido en héroe tras derrotar al Reino de Suecia y haberle arrebatado estas  hermosas tierras, pudo hacer su sueño realidad…  sobre la región de Ingria mando a  edificar la ciudad con la que siempre había fantaseado.
         Él la miro atento
         –Continúa, cuéntame más sobre tu ciudad, Tasha.  Cuéntame sobre la historia de Leningrado.
         –ya debes conocerla, Kolia.
         –Yo la conozco de otra manera, como figura en los libros de estudio.. Tú me lo relatas desde otra mirada, como una leningresa, vamos Tasha, sigue contándome.
         –El zar Pedro estaba prendado con estas tierras… enteramente rodeadas por todas partes de agua, El Río Neva, lagos, canales, pantanos, …Nuestro zar amaba el   invierno, porque todo se  congelaba ,  ofreciéndole  un maravilloso parque helado por el que a él le gustaba pasear…Y entonces, sin perder tiempo,  la mando a levantar, aquí sobre el  Golfo de Finlandia, dominando la entrada bar al Mar Báltico, nacería San Petersburgo, la ciudad  que él siempre había soñado.

         –Muy estratégica la elección de aquel zar.

         – Era un grande, ya lo creo que sí.  Él soñaba en grande, él amaba en grande, él pensaba en grande… –y ella también suspiró a lo grande –¿ya has visto el monumento que lo representa, nuestro hermoso Jinete de bronce?
         –Si ya la he visto, realmente digno de él.
         Ella asintió.
         –Millares de esclavos participaron en la construcción de esta ciudad.  De las entrañas de aquella polis con los años se surgieron nuestras representativas edificaciones,  como la Fortaleza de San Pedro y San Pablo, la Catedral de San Isaac, el  Palacio del Invierno y hasta el hermoso  Jardín de Verano,… el zar cumplió su promesa,  de convertir a esta ciudad en  la  más bella del país….Y sigue siéndolo, a pesar de todo lo ha debido atravesar con el correr de los años…–y de inmediato ella cambió de respiración–  …tú debes saber a qué me refiero…
         –Sí,…pero creo que hay demasiada sangre derramada sobre estas ambicionadas tierras…  Primero la de esos  millares de esclavos que tú has mencionado, los que el zar utilizo para construirla, y luego todo lo demás…
         Kolia al decir aquello, no pudo dejar de pensar  en la masacre del “Domingo Sangriento de 1905”, en esa matanza realizada por la Guardia Imperial rusa contra manifestantes pacíficos que se habían reunido en  las puertas del Palacio de Invierno,  para reclamarle al zar Nicolás II,  un salario más alto y mejores condiciones laborales. El zar  no se encontraba en el palacio en esos momentos ya que había ido a pasar el fin de semana a una de sus residencias campestres, pero su tío, el gran duque Vladimir Aleksándrovich, ordenó abrir fuego contra la multitud; entre ellos mujeres y niños.
          –San Petersburgo,  también fue muy  castigada durante la Primera Guerra Mundial–dijo ella con voz dudosa.
         –Si es verdad,  aunque  los sucesos más trágicos fueron en 1917, con la Revolución Bolchevique. Yo tenía  tan solo cuatro años de edad, claro que nada recuerdo, pero mi padre me ha referido muchas veces lo que sucedió en ese año en Palacio del Invierno.
         – Mi madre también me ha contado de ese  sangriento enfrentamiento entre los revolucionarios y el ejército de los zares, que finalizó cuando se adueñaron  del poder los Soviets…e implantaron su gobierno.
         –El pequeño zar –aseveró Kolia– seguramente nunca imagino que al hacer realidad su sueño, condenaría a  San Petersburgo a un trágica lucha de supervivencia, como la de ahora misma.
         –San Petersburgo– repitió Tasha–  adoro ese nombre, nunca debieron cambiárselo… otras de las ocurrencias de  la Unión Soviética de  rebautizarla   tras la muerte de Lenin.
         –Es un honor para la ciudad llevar el nombre del su principal y único líder ruso, Tasha.
         –para mí, el único líder ruso siempre será nuestro jinete de bronce, nuestro pedro el Grande.
         Él la miró preocupado, luego murmuro entre dientes:
         –trata que nadie te escuche nunca renegar de Lenin, Tasha. 
         Ella no replicó.


         Continuaron caminando en silencio por un largo rato, contemplando la grandiosidad y majestuosidad del lugar.
         Cuando llegaron a la vera del Neva, Un ráfaga helada los atravesó.
         –El aire, te recuerda a cada momento la proximidad con el Ártico –señalo Nikolay– Leningrado la ciudad más septentrional del mundo.
         –Pero aunque el Ártico nos fustiga con sus gélidas brisas, no retribuye esos azotes, obsequiándonos  las  maravillosas noches blancas– y el rostro de Tasha se iluminó mágicamente–  en las últimas semanas de junio, alrededor del solsticio de verano,  los atardeceres son eternos y la oscuridad nunca es completa. el Sol no se pone hasta las diez de la noche, y entonces  el crepúsculo no tiene fin…
         –Bueno, al menos una ventaja de vivir cerca del polo.
         –Nuestro padre de la literatura,  Pushkin, cinceló en verso toda una declaración de amor a la ciudad de las “noches blancas, ¿quieres oírla?
         –Claro, que quiero oírla, no sabía que te gustaba la poesía.
         –A mi hermana Nina le gustaba, y ella siempre nos la recitaba a Julya y a mí. Presta atención, esta parte me la memorice a la perfección:

Te amo, creación de Pedro, amo tu aspecto
severo a un tiempo y lleno de armonía,
la corriente del Neva majestuosa
entre sus parapetos de granito,
el arabesco de tus férreas rejas,
el transparente ocaso de tus noches,
cuyo fulgor sin luna me embelesa
cuando estoy en mi cámara escribiendo
y leyendo sin lámpara…
        
         –Ese es el verso referida a las noches blancas, pero sé otras partes– manifestó ella al notar que él había enmudecido.
A la orilla de las desiertas olas
en grandiosos designios ocupado
se hallaba ÉL, mirando hacia lo lejos.

         Y al ver que Nikolay  la miraba expectante continuo recitando:

Y ÉL pensó:
" desde aquí infundiré pavor al sueco
y echaré los cimientos de una urbe
para irritar a ese vecino altivo.
Aquí ordenó Naturaleza
que abriéramos a Europa una ventana,
firme puntal a orillas de los mares,
adonde por un mar para ellos nuevo,
vendrán barcos de todas las banderas
para tratos y fiestas a porfía."

         –A debido pagar un precio muy alto, este lugar,  por los aires de grandeza de pedro el Grande– concluyo  él con sequedad.
         –Si, tal vez… escucha esta parte, te encantará:

Amo tu cruel invierno, el aire en calma,
la helada y el correr de los trineos
sobre el Neva anchuroso, y la mejilla
doncellil, más purpúrea que la rosa.


         –¿sabes algo Kolia? –Y ella se detuvo y lo miró a los ojos– siempre he tenido miedo, primero cuando me fui a estudiar a Moscú, y luego cuando venía a visitar a mi familia y debía volver a la capital,… temía  que algún día ya no pudiera regresar a Leningrado. Siempre tuve ese miedo, y esta vez, esta vez el miedo es tan grande, tan real, que creo que mis vaticinios se cumplirán.
         Él percibió el miedo en su voz, y de inmediato la estrecho contra su pecho.
         –Ven aquí, ¿qué es eso...? ¿Qué sucede con mi valiente muñeca rusa, mi matrioska? –Déjate de pensar esas cosas–todo saldrá bien, tú te iras, y más adelante volverás, como siempre lo has hecho, aleja esos temores.
         –Está bien Kolia, los alejaré.  Pero tú jamás vuelvas a llamarme matrioska, nunca me agradaron esas muñecas.
         – ¿lo dices en serio? –la miro él, sin creerlo.
         –Sí, muy en serio. Prefiero toda la vida una muñeca de porcelana que una de madera.
         – ¿De porcelana?, deja eso para los orientales. Tú eres  una rusa Tasha, para mi eres una matrioska, y Anya la matrioskita que llevabas dentro.

         Cuando ella iba a responderle se oyeron los estallidos de un bombardeo a lo lejos– breve pero poderoso– y los dos supieron que había llegado la hora de marcharse. La magia se esfumo. La realidad los sacudió.
         El bombardeo regreso, más extenso y duradero.
         Nikolay la tomo fuertemente de la mano, y la obligó a caminar rápidamente al principio y a correr después.
         El sonido era fuerte.
         Muy fuerte.
         Los altavoces se encendieron, la voz del pueblo comenzó a dar instrucciones imperiosas, con su habitual tono autoritario.
         El bombardeo crecía, riguroso y recio.
         Nikolay corría, queriendo ganarle a la velocidad del sonido, Tasha apenas podía seguirle el paso…  y entonces, se escucharon otros sonidos que acompañaban a los anteriores… aviones…
         –maldición, no llegaremos a los refugios –bramó Nikolay.
         Se detuvo miro para ambos lado, buscando donde refugiarse.
         –ven, sígueme Tasha.
         Ella asintió, claro que lo seguiría si la tenía tomada de la mano con una fuerza que hasta le impedía  la circulación  sanguínea. Pero no podía hablar, el ruido de los estallidos, el silbido de las bombas, el aire violento de las ondas expansivas, le habían quitado el habla. Era el primer gran bombardeo nazi que ella había enfrentado desde que estaba en la ciudad, agradeció a Dios y cuanto santo conocía,  que él estuviese precisamente en ese momento a su lado.
         Llegaron a una zona de la rivera cubierta de árboles y con bancos de cemento.
         –Ven, Tasha tiéndete aquí, ponte boca abajo–señalo Kolia, un banco largo y ancho de cemento.
         Ella se metió debajo y él a su lado, Kolia tapo la cabeza de ambos con sus brazos.
         –No tengas miedo, Tasha.
         –No lo tengo, si usted está a mi lado coronel Volkov. –alego ella, con la voz entrecortada.


         Él no dijo nada.
         –Kolia –susurró– deberíamos tener cascos en nuestra cabeza
         –Estaremos bien aquí abajo. – la animo él. – ¿Le temes a las bombas?
         –Un poco, no mucho...–mintió ella, y él la amó más por esa mentira.
         Unos veinte minutos más tarde el bombardeo finalizó.
         Por los altavoces la voz del pueblo anunció, que la alerta aérea había cesado.
         –Vamos, debemos regresar al apartamento  cuanto antes, yo iré hasta el cuartel, y luego al Smolny para ver cómo van los salvoconductos y tu documentación, deberemos apurar la evacuación tuya y de Julya– dijo él mientras se incorporaba, y se quitaba la tierra y las hiervas de encima.
         Natasha también se sacudió su abrigo,  y  levanto su gorro de piel con orejeras, que había quedado en el piso. Su larga trenza también tenía pequeñas hierbas.
         – ¿y qué sucederá con Sonia y Leyna?  No las puedo dejar solas.
         –Tasha, ¿De qué hablas? ¿En qué habíamos quedado?..  Que tenías que pensar en ti y en tu hija antes que los demás.
         – ¿Pretendes que me vaya y deje a esas dos ancianas desamparadas? Así sin más.
         –Yo no he dicho eso, simplemente te pido que no empieces a poner obstáculos. Si están listos los documentos Julya y tú partirán cuanto antes, después veremos cómo hacer con Sonia y Leyna.
         –Pero…
         –Pero nada. ¿Crees que será fácil salir de aquí? ¿Y llevarte a esas dos mujeres contigo?.. No, no será fácil. Yo después me encargaré de ellas, nada malo les sucederá, de eso puedes quedarte tranquila. Ahora vamos, no perdamos tiempo.
        
         –Está bien, confió en que  te encargarás de ellas. Pero en este moemento no  volveré al tercer soviet, iré al hospital, y ayudaré con los heridos del bombardeo– replicó ella agitada.
         Kolia la miró fijamente.
         – Pero, habíamos quedado en que no volverías al trabajo. Tasha lo mejor es que vuelvas al apartamento y me esperes ahí, déjame primero enterarme  que ha sucedido, y averiguar si ya paso el peligro, sino corremos el riesgo de nuevos ataques.
         –No… no,   debo ir ayudar–sacudió ella la cabeza.
         – ¿Qué crees que haces, te gusta complicar todo? – preguntó él, sin levantar la voz. Tasha  lo miró, desconcertada. – Irás más tarde, te prometo que yo mismo te llevaré, ahora hazme caso –ven date prisa, crucemos la acera,  debemos regresar a la avenida Detskoselsk. Le dijo y corrió con ella de la mano, haciéndole señas para que se detuviera  al tranvía, que pasaba frente a ellos.









Capítulo 13




         Esa misma mañana, un poco más tarde, Lena Volkova y su nana permanecían sentadas en el despacho del general Vasíliev, esperando que su padre se desocupara de una reunión con otros camaradas.  El general le había llamado por teléfono para anunciarle su regreso a Moscú.
         Se abrió la puerta y el hombre de rostro impertérrito,  extendió los brazos, Lena corrió hacia él.
         –Hija.
         –padre, ¡cuánto te he extrañado!
         –Y yo a ti Elena, ven entra, tenemos mucho por hablar– y mirando hacia donde estaba su nana el general asintió saludándola con la cabeza – Evia. ¿Cómo va todo?
         –Muy bien mi general, muy bien.
         – ¿Cuidando de mi niña?
         –Así es mi general, como siempre, como corresponde.
         –Bueno, ya,  no hablen de mí como si fuese una chiquilla por favor, soy una mujer adulta.
         –Tiene razón,  señora Volkova – dijo Evia y por primera vez gesticuló algo parecido a una sonrisa. No es que fuera una mujer parca, ni agria, ni mucho menos, simplemente  era de la típica  gente rusa que mantiene sus costumbres sociales, y  solo sonríe si algo le resulta en extremo divertido o alegre, o  cuando se encuentran entre la familia o  amigos muy íntimos.
                 
         –Bien vamos a conversar un momento mujer madura –expreso el general con gracia– Evia ponte cómoda, y pídele un té a mi secretaria si lo deseas. Mi hija y yo tenemos mucho por hablar.
         –Gracias mi general, yo estoy muy bien. Pueden ir tranquilos, aquí mismo esperaré a mi niña.
         El padre e hija  ingresaron  al amplio despacho del general en el Kremlin, cerrando la puerta tras de sí.


         –Bien Elena, soy todo oído. En mi maletín, tengo siete cartas tuyas recibidas en dos semanas ¿comprenderás que eso es inusual en ti?  Sobre todo teniendo en cuenta que ambos sabemos  que estamos en medio de la guerra– comento el general minutos más tardes en la privacidad de su oficina, luego de los triviales comentarios entre padre e hija.
         –Perdóname padre, pero para mí es muy urgente, soy consciente de lo delicado de la situación
         –¿delicado? Es desesperante– contesto el padre, quizás con excesiva irritación.
         Lena se sorprendió por ese arranque repentino de su padre, él nunca perdía el control, al menos no con ella.
         “Procura mantener la calma,  ser fuerte, y no dejar que esto te afecte”, se aconsejó así misma.
         –¿vas a decirme que es lo que te sucede?– la apuro el general
         –Claro que te lo diré, siempre y cuando dejes de mirarme con esa cara de pocos amigos. ¡Hey! soy yo, Elena, tu hija, tu única hija… y tú eres mi padre, la única familia que tengo en este mundo.
         –Tienes razón en que eres mi única hija, pero no en que yo soy tu única familia. Tienes a tu marido.
         “perfecto, me facilitas todo padre”
         –¿Lo tengo, tengo a mi marido? ¿Acaso tú lo ves conmigo? …No señor.  Estoy sola, absolutamente sola. Mi padre, como siempre, como lo fue desde que tengo memoria, está metido aquí dentro o en sus campañas militares… Y mi marido,  mi compañero, el hombre que necesito que este a mi lado… ha sido enviado por mi propio progenitor a miles de kilómetros de aquí, al combate, a arriesgar su vida.
         –Tu marido, al igual que tu padre están defendiendo la unión soviética.
         –levantas un tapete y sacas un ruso dispuesto a dar su vida por la patria, asi que no me vengas con que Nikolay es necesario alli donde lo has enviado, cualquiera que sepa manejar un arma puede reemplazarlo.
         –¿de qué estás hablando? ¿Acaso no sabes con quien te has casado?... con un militar siberiano…con un pura sangre  bolchevique ¿cómo te atreves  a cuestionarlo?...  Tu marido es un prestigioso coronel del ejército rojo, no es un vulgar campesino.
         – ¡Lo quiero a mi lado!
         – ¡Ni lo sueñes!...ese hombre no abandonará el frente ni por ti, ni por nadie. ¡Su honor esta ante todo y todos!– grito el general golpeando fuertemente el escritorio con su puño.
         Lena con los ojos llenos de lágrimas, y la voz temblorosa, mirándolo  a los ojos le pregunto–… ¿Por qué me hace esto general Vasíliev,…no fue suficiente con haberme arrebatado a mi padre que ahora me quiere quitar a mi esposo?
         El general no le respondió.
         – ¿Hasta cuándo me condenará a vivir en la soledad y el abandono?
         El general que  se puso de  pie de un salto
         – ¿qué estás diciendo Elena?
         –La verdad, te estoy diciendo la verdad –le sostuvo la mirada– he pasado casi cuarenta años de mi vida albergándome en  el cariño de mi nana, porque mi padre nunca estuvo a mi lado, –y luego de limpiar con un pequeño pañuelo  las lágrimas que comenzaron a correr por sus mejilla, añadió: –Dios ha sido muy injusto conmigo  arrebatándome a mi madre cuando nací, sentenciándome a vivir una vida  de orfandad, y …de nostalgia por un cariño que nunca nadie me pudo dar.
         –Pero…
         –me temo padre, que aunque cueste aceptarlo esa fue y es mi realidad.
         El padre volvió a tomar asiento en el sillón, y miro a su hija evaluándola por largos segundos.
         –Elena, ¿qué es lo que deseas? Dímelo, supongo que hacerme sentir culpable, facilitará tu pedido.
         “Querido padre, admiro tu templanza, ni siquiera tu única hija puede conmoverte, tomas mis palabras como una forma de presionarte” se lamentó Lena internamente.
         –Sabes muy bien lo que quiero. Quiero a mi esposo de vuelta, quiero al coronel Volkov en Moscú. Y no me interesan las escusas tontas del espíritu bolchevique, ni el heroísmo de su sangre, ni los preceptos de los soldados del ejército Rojo–y con voz más segura concluyo – padre, quiero que me devuelvas a Nikolay.
         El general carraspeó.
         –Hija,  aunque quisiera complacerte, eso no es posible. Estamos en medio de una guerra. ¿Cómo pretendes que haga regresar a tu marido a Moscú? ¿Con qué escusa?  ¿Crees que puedo decirle a  Stalin, traeré al coronel Volkov a Moscú, porque mi hija lo quiere bajo sus polleras?
         –¡No! –y Elena se puso de pie apoyando ambas manos sobre el escritorio del general– ¡Claro que no te estoy pidiendo la baja de Nikolay!, no soy tan necia. – y trato de serenar su voz – simplemente que forme parto del mando, aquí en el Kremlin, tu sabes que es buen estratega, nadie puede negarlo, entonces tráelo para eso, para que les ayude a planear las contraofensivas. Y al mismo tiempo estaría cerca de mi…
         –Ya veo, lo tienes muy bien pensado. Podría pedirte a ti que hables con Stalin.          –Padre por favor, no ironices, esto es serio. – había logrado serenar su voz, y volvió a tomar  asiento, con la elegancia que la caracterizaba,  cruzando una de sus esbeltas piernas, sobre la otra.
         El general la miraba airoso, mientras contemplaba su petición.
         –La verdad es que esto no me ha gustado esta conversación –manifestó finalmente– que mi hija llegue al punto de culparme, señalarme y reprocharme de mi falta de cariño,  de ponerme en evidencia ante mí mismo, me hace sentir muy mal.
         –No fue esa mi intención padre, solo quería que supieras como me he sentido siempre y como me siento ahora. Y que tú tienes el poder de aliviarme esta desdicha..–le replicó ella, con voz dulce.
         –El mismo poder que toda la vida te he negado, no olvides machacármelo.
         –No ha sido mi intención ofenderte padre, ni ser irrespetuosa.
         –te reitero, no me gusta. Y lo que más me llama la atención, es que es la primera vez que has tocado este tema. Tal vez deberías haberlo hecho antes hija, vas a cumplir cuarenta años en poco tiempo… no deberías haberte guardado durante tanto tiempo estas quejas. – He hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas para una hija que decía sentirse sola y abandonada. –Con todo el dolor del mundo,… no podré ayudarte Elena. Acabo de pasarle a Stalin los nuevos destinos de nuestros jefes militares.
         – ¿nuevo destino? No entiendo… ¿Acaso Nikolay ya no está en el sur, en el Cáucaso?
         –Pues no, ha pedido el traslado hace ya más de diez días
         – ¿qué…? …¿Y se puede saber  cuál es el nuevo destino?
         Cinco minutos más tarde, Lena abandonaba el edificio. Cruzo la calle hacia el coche que la aguardaba, y subió con las manos temblorosas, espero que Evia la alcanzara. Y cuando estaban las dos acomodadas en el asiento trasero, le pidió al chofer que la llevara hacia los suburbios, hacia donde vivía Natasha Serkin y su hija, aunque ya sabía que no las encontraría ahí.

        






Capítulo 14




         Cuando Natasha termino de bañarse, se vistió con su ropa limpia y planchada, se cepillo el cabello con esmero, luego fue a mirarse en un espejo que había en el recibidor, sintiéndose bella a pesar de todo.
         Nikolay se encontraba en la habitación recostado en la cama, leyendo unos informes que un soldado le había alcanzado un rato antes. No la vio llegar, ella lo miro desde la puerta. Él también se había bañado y se había cambiado de ropa, era la primera vez que lo veía vestido civil, estaba muy guapo, con un  sweater negro  de cuello alto ajustado, y un simple pantalón color tostado…que delineaban sus largas y atléticas piernas.  Tasha se quedó admirándolo desde el umbral, él  movió una hoja de los papeles que leía  hacia atrás, y la vio por el rabillo del ojo….Ella se fascino con su chispeante y azul mirada..
         –No te escuche llegar, ven a mi lado –le dijo Nikolay intentando que su voz sonara serena, estaba arrolladoramente hermosa, con su larga cabellera húmeda  enmarcando su glorioso rostro.
         –¿Vine a preguntarte si querías una taza de té?
         –¿una taza de té? No, no es lo que me apetece en este momento– respondió él con cierta insinuación.
         Tasha percibió el modo en que Kolia la observaba, y se sintió de inmediato  embargada por sus nuevos,  primitivos y profundos instintos.
         – ¿Deseas algo… más fuerte, quizás?
         Él sonrío.
         –Mmm.. ¿Qué propones?
         –Tengo una botella de vodka ruso, que un coronel del ejército rojo me ha obsequiado.
         –me parece perfecto, vodka ruso,  cuando veas a ese general agradécele de mi parte. Busca esa botella, y  ven a meterte a la cama, es tarde y debes estar cansada  ya has estado todo el día de pie en ese demencial hospital– él la había acompañado hasta ahí en la mañana, después de oírle mil argumentos seguidos, de que la necesitaban y ella debía colaborar. Luego, por la tarde, él mismo fue  a buscarla.
         –Lo haré, encantada.
         Ella rió en voz alta, y salió en busca de la bebida.
         Él observo como su cabello húmedo se movía de un lado a otro.
         Estallo un gran estruendo, y una réplica de zumbidos y silbidos en cadena.  Kolia dejo el alto de papeles sobre la pequeña mesa que había al lateral de la cama, y cuando se disponía a  buscar a Tasha, ella entraba al dormitorio con la botella de vodka en la mano, sonriéndole como si los sonidos  y las luces que envolvían la noche, y el oscuro cielo que se veía  través de la ventana fueran simples fuegos artificiales.
         Tomó una manta que había sobre una silla y fue a acostarse a su lado.
         –me he olvidado los vasos – comento ella como al pasar.–beberemos de la botella..
         Se escuchó otro estruendo, y otro y otro…
         –Menudo bombardeo.
         –Ellos explotan una bomba, nosotros dos… las dos segundas eran soviéticas– le explico él con preocupación en el rostro. –Tasha… creo…
         –No, por favor, ahora no… –lo interrumpió ella– si tienes algo que decirme, dímelo más tarde.
         Ella sabía que algo sucedía, porque el soldado que le trajo el informe se demoró más de lo que habitualmente lo hacía, y además ella había escuchado maldecir a Kolia muchas veces en el tiempo que duro esa reunión, en la solitaria azotea.  Tasha en ese momento había subido al quinto piso, al departamento de Leyna,  a buscarle unas prendas que la pianista le pidió  le bajara.
         –Como quieras Tasha, luego hablaremos.
         Nikolay  poco a poco iba conociéndola, sabía que cuando algo la ponía nerviosa o le atemorizaba,  ella respiraba diferente, mucho más rápido. Como en ese momento.
         La abrazo y sintió el acompasado movimiento de sus pechos, rozar su cuerpo. De inmediato recordó su suave y hermosa piel. Trató entonces, de controlar sus pensamientos. Y dominar su creciente deseo.
         –Creó que tomaré un sorbo –dijo ella interrumpiendo las luchas internas de él.
         –Bien, venga camarada compartiremos un trago usted y yo.
         Destapo la botella, tomo un largo trago y luego se lo paso a ella.
         –Bebe Natasha, bebe nuestro aguardiente soviético.
         Ella tomo un trago,  y luego arrugo la cara.
         –Es muy, muy… fuerte.
         –Ya lo creo que sí.
         El bombardeo se reinició. Y ambos prestaron atención. Un estruendo, dos de respuesta. Dos estruendos, tres de respuesta.
         Natasha bebió otro sorbo.
         –Ahgg!...Nunca me ha gustado, mi madre y mis hermanas bebían unos sorbos de vez en cuando, solo sorbos, pero yo ni eso.
         –¿Por qué? – Kolia solo hizo esa ambigua pregunta,  para que ella  hablara y no notara la lujuria de su voz y su mirada.  Era inconcebible, que en medio del bombardeo y del  miedo de Tasha,  él solo estuviera  pensando en hacerla suya.
         –¿Por qué? Pues porque te quema, te hace arder el paladar y la garganta entera.
         –Si el vodka quema tu paladar, lo más probable es que sea de mala calidad.
         –¿ este es de mala calidad?
         –No
         –he sentido lo mismo que otras veces que lo he probado, me ha quemado por dentro.
         –si el vodka es agresivo para ti Tasha, no lo bebas y punto. Pero este– Y miro la botella– es de los buenos.
         – ¿Y porque hay buenos y malos, acaso no se fabrican de la misma manera?
         –Pues no,  el vodka puede elaborarse con la  fermentación de granos o de verduras. El vodka hecho a base de granos tiende a tener un sabor suave e incluso afrutado, mientras que el vodka hecho de verduras suele ser áspero,  y el sabor es como el de algunas  medicinas.
         –Ah, no lo sabía, no tenía ni idea. ¿Y cuál bebes generalmente, tú? …Del bueno, supongo.
         –Natasha, aunque cueste creerlo, yo he bebido en mi vida más del malo que del bueno, bebo del mismo que beben mis hombres.
         Ella se quedó callada un momento. Luego arrimo su cuerpo al de él. Bebió otro trago del aguardiente, comenzando a sentir el líquido mucho más  cálido en su garganta.
         El bombardeo continuaba, incesante.
         Kolia tomo la botella y la dejo el piso.
         – ¿no deberíamos ir al refugio Kolia? Nunca he oído tanta ferocidad durante la noche.
         –las descargas son lejanas, lejos de aquí… tal vez en la orilla del Neva.
         Ella asintió. Y permaneció en silencio al tiempo que le acariciaba suavemente  la mano. Y sin dar muchas vueltas,  de repente  hablo sobre sus íntimos pensamientos.
         – ¿sabes algo?...Durante meses no podía dejar de pensar en esa noche, la de nuestra primera vez… –sonrío ella con timidez– recordaba vívidamente cada instante, cada momento, esa imagen de ti consumiéndome, arrebatándome mi alma, devorándome… no me dejaba vivir.
         – ¿ha cambiado mucho mi forma de hacerlo? –le pregunto un Kolia sonriente.
         –No…
         – ¿No?... Dímelo, cuéntame…
         –Kolia –y ella apretó su cuerpo sobre él. ¿Qué quieres que te diga? Si ya lo sabes
         –No, no lo sé –dijo él después de unos momentos de silencio.
         Natasha le sonreía, sonrojada.
         –Nikolay, siento tu piel en la mía… –y buscándole la mirada agrego–  te llevo conmigo cada hora del día, y cada minuto de la noche. Tiemblo cuando te recuerdo,  me emociono al pensar en tu cuerpo, en tus besos… en tus caricias.
         –Tasha
         –No resistiré... ¿entiendes?... no podré pasar mis días sin sentir. Si antes casi enloquecí pensando en nuestra primera vez,  ¿qué será de mí ahora… que será después de tanto amor?
         –Tasha
         –Eres mejor de cómo te recordaba ¿eso contesta a tu pregunta anterior?– y lo miró con ojos soñadores.
         Nikolay la beso con suavidad en los labios.  Ella le devolvió el beso,  y acaricio su cabello, deslizando delicadamente sus manos sobre los fuertes brazos de él… Kolia la beso en la boca, en las mejillas en los parpados, en la garganta ,… ella sentía la humedad en cada beso que el acentuaba…, las manos de Kolia comenzaron a desabrochar la fina camisa de ella, dejando al descubierto su pechos, él los miro y luego empezó a acariciarlos suavemente, a besarlos… Tasha  sentía que su respiración se le aceleraba con solo contemplar el increíble brillo azul de los ojos de él
         – ¿qué estás haciendo conmigo Natasha?
         –amor mío… –murmuro ella–… ¿qué me estás haciendo tu a mí? –y lo beso con delicadeza en el cuello,… luego deslizo lentamente sus dedos por su espalda para asirle el pulóver, le ayudo a quitárselo….  Natasha  sintió que se quedaba sin aliento al acariciar la desnuda piel de  los brazos, los hombros y la suave espalda de él.
         –Eres hermoso, no he conocido a ningún otro cuerpo masculino antes de ti pero sé que tú eres perfecto, eres extraordinario.
         –Yo solo soy  lo que tú haces de mí, soy lo que tú ves en mí.
         –Te amo Kolia
         –Tasha, estas noches, estos días a tu lado… son  la respuesta a todas mis plegarias, ya nunca podré vivir sin ti…  Te quiero, y siempre, siempre
 te querré….
         –Oh, Kolia –ella suspiro, y lo abrazo con devoción. Lo amaba, lo necesitaba… y lo deseaba más que nunca.
          Los dos cedieron ante su pasión, sus caricias reflejaban todo el amor que se prodigaban,  Ella se unió al cuerpo de él traspasando la piel, el cuerpo y alma… lo amaba y lo amaría hasta el último aliento.
         Pasaron el resto de la noche, en ese estado de arrebato y de delirio. En ese juego de la pasión que los dos sabían complementarse a la perfección.  Susurraron muchas  palabras de amor, muchos besos se dieron,  muchas caricias se regalaron, y con muchos y ardientes  abrazos fundieron su piel y sus cuerpos…., continuaron así hasta el amanecer, como queriendo resarcirse de un carencia futura,  con el ruido de las bombas de fondo y del viento ártico, que anunciaba la llegada próxima del general invierno.

        

        
        



Capítulo 15
        
        
         Nikolay había llegado un rato antes de lo habitual, y desde la escalera pudo oír los gritos entre las hermanas, al entrar las encontró ofuscadas en una tremenda discusión, y a Tasha llorando.
         –No irá conmigo, Julya se quedará en Leningrado, Kolia –le dijo al verlo, con la voz entrecortada por el llanto.
         – ¡Nunca deberías haber regresado Tasha, y nadie te pidió  ayuda!–le grito Julya a su hermana menor.
         – ¿qué les pasa? Tranquilícense  las dos.
         –Ingrata y egoísta –le increpó Tasha con voz temblorosa.
         – ¡No te atrevas a hablarme de esa manera!, porque no respondió de mí, yo soy tu hermana mayor y a mí me respetarás. Tú no sabes lo que nosotras hemos tenido que pasar, tú no sabes lo que es perderlo todo, ni ver a la gente morir de hambre…
         Tasha intentó inspirar profundamente para serenarse y dejar de llorar, pero no lo consiguió.
         –Yo también he sufrido, yo también he soportado una guerra prácticamente sola. Yo también perdido a mi madre y he tenido que ver morir a mi hermana desnutrida por el hambre ¡así que no te victimices! …Y no me pidas respeto, cuando ni tu misma te lo das, vistiéndote como un hombre y hablando como tal.
         Nikolay la tomo del brazo.
         –Tranquilízate Tasha, por el amor de Dios.
         Julya se vino encima para golpearla y Tasha se escudó detrás de Nikolay.
         –Puedes pegarme si quieres, pero ni así podrás hacer que las cosas sean diferentes. ¡Los alemanes  mataron a nuestra madre con una bomba, y mataron a Nina de hambre, ahora falta saber cómo lo harán contigo!
         Julya volvió a intentar golpear a su hermana, pero no pudo superar la barrera del cuerpo de Nikolay.
         – ¡He dicho que se calmen! ¡Y tu ni pienses en ponerle nunca una mano encima a Tasha! ¡O te las veras conmigo! ¿Entendido? ¿Me has oído?
         Julia asintió.
         –Ahora ya no pueden hacer nada por su madre y su hermana, pero si pueden hacerlo por ustedes mismas. – dijo él elevando la voz con firmeza.
         Se dio vuelta y miró a Tasha.
         – ¿estás bien? ¿Te calmarás al fin…?
         Ella asintió dos veces.
         Nikolay luego se dirigió a la otra hermana.
         –Julya entiendo por todo lo que has tenido que pasar desde que Leningrado ha siso sitiado, y créeme que comprendo lo que debe haber sido todo esto para ti… Pero no tienes derecho a  culpar a Natasha  por querer socorrerlas, ella solo quiere ayudarte, no te das cuenta que no  quiere perderte a ti también.
         –Solo quiero que ella respete mis decisiones–y mirando a su hermana dijo– Siempre es así, ella llora y todos se ponen de su parte.
         – ¿Y quién te crees tú para querer pegarle a tu hermana? ¿Qué hubiese sucedido si yo no llegaba? –la increpó él.
         –Y todo, por la estúpida idea que tiene de querer quedarse aquí, a morir como una mártir –manifestó Tasha con voz débil, mientras limpiaba sus lágrimas, daba la vuelta y salía dl lugar– iré a la azotea tomar aire, y esperar a que te marches.
         –Sí, huye, como haces siempre... –le grito la descontrolada Julya.
         Natasha, ya no la escuchaba, se abrazó así misma y subió lentamente las escaleras… escuchando a lo lejos el vociferar entre  Kolia y Julya

         – ¿Qué pasa con ustedes? ¿Por qué maltratas a tu hermana?
         –Una palabra trajo la otra, no entiendo cómo llegamos  a esto…
         –De la única forma posible, por no saber hablar – y mirando para el resto del apartamento– ¿Dónde están Sonia y Leyna?  Se  habrán escondido en  su dormitorio antes de soportar  esta pelea callejera
         –No están, han ido por los vales de sus raciones–le contestó ella con la voz apagada.
         –Pues mucho mejor, así se evitaron de presenciar semejante escándalo, desde la planta baja se las podía oír  ¿Puedes explicarme cómo diablos comenzó esto?

         Julya habló  por un largo rato, le explico a su cuñado, los fundamentos de su decisión,  de quedarse y resistir hasta el final.
         –Tal vez ni mi hermana ni tú lo entiendan, pero la gente de aquí estamos acostumbrados a luchar, hemos perdido hace mucho tiempo el miedo. Ahora mismo están  preparando una contraofensiva en la ciudad…. Y yo misma debo cumplir   órdenes, las  de mis superiores, no quiero correr el riesgo de ser fusilada por traidora, al querer huir de Leningrado.
         –Déjale eso a la autoridad militar, no a un jefe de las milicias. –Le manifestó el Coronel con tono áspero– Julya,  Leningrado puede caer, eso es un gran posibilidad,  y si no te matan antes los alemanes, serás un festín para esos hombres, aunque te vistas de soldado sigues siendo una mujer.
         –Si Leningrado cae, me pegaré un tiro en la cabeza antes de terminar en las manos de esos malnacidos.
         –Eso es el mayor acto de traición que puede hacer un soldado ruso ¿Lo sabias? –le pregunto él con ironía. –tendrás un salvoconducto para dejar Leningrado, tómalo y deja el combate para nosotros.
         –¡No! Yo…Me quedaré. ¡y luchare, por la madre patria, por Stalin, por Leningrado!–exclamo ella con descontrolado ímpetu.
         Nikolay emitió una sonrisa mientras movía la cabeza.
         –No me vengas con esa mierda Julya, tu hermana ha arriesgado su vida para venir a buscarlas, ha dejado a su hija sola a más de setecientos kilómetros de aquí,  solo por querer salvarlas  de esta porquería, y  ahora  sales con planteamiento de patriotismo y lealtades, piensa en tu familia y deja al ejército rojo hacer su trabajo.
         – No tendrías que meterte en las discusiones familiares, ¿no te parece?  –Replico Julya.
         – ¡Pues me meto, porque la que sufre es la madre de mi hija, y tengo todo el derecho en defenderla!
         – ¡Dios, tienes un temperamento de los mil demonios!–dijo ella– Pobre de mi hermana.
         –Tienes razón, y sobre todo cuando alguien es cruel e injusto con las personas que quiero.
         –Está bien Nikolay, cálmate y disculpa por este mal momento.
         –A mí no debes darme tus estúpidas disculpas, sino a tu hermana.
         –Más tarde, con más calma  hablaré con ella, ahora debo ir a la fábrica, en este momento el frente está  ahí, y debemos protegerla.
         –Si claro, como si un par de inexpertas centinelas podrían hacer algo cuando una bomba caiga sobre ese lugar.
         Julya no respondió, se midieron con la mirada, la chica fue en busca de su fusil.
         –Dile a mi hermana que luego hablaremos... –y sin mirarlo se marchó.


                                                 ****************


         El coronel,  llego a la terraza y caminó  hacia ella. Tasha estaba sentada con la mirada extraviada y tomándose de los brazos. Al oírlo  llegar  lo miró.
         –Te traje tu abrigo Tasha
         –Gracias Kolia –se puso de pie y él mismo la ayudo a colocárselo, y se lo abotonó todo pacientemente,  luego la estrecho contra sí.
         –No quiero que estés triste. Julya es grande, ella es libre de hacer lo que le plazca.
         –Pero Kolia, ella no está bien, esa Julya que viste y escuchaste ahí abajo no es mi hermana. No, no lo es,  mi hermana mayor nunca me habría querido levantar la mano, mi hermana nunca me hubiese dicho las cosas que dijo, nunca hubiese tenido esa reacción.
         –La guerra cambia a las personas Tasha.
         El cálido contacto de sus cuerpos,  la tranquilizó. Pero continuaba perdida entre la rabia y el dolor. Entrecerró los párpados, con la mente puesta en una única idea. Humedeció sus labios y le dijo:
         –Bésame Kolia, bésame por favor.
         Y él, entonces  la beso, la beso  con cuidado, con cariño, con todo su  infinito amor.
         Tasha había comprendido en aquellos días, que no estaba sola, que entre ellos existía un  silencioso e  inquebrantable vínculo, que Nikolay  sería siempre su escudo, su manto protector, su resguardo, sería quien de ahora en más  impediría que algo o alguien la dañaran. Cuando él, días atrás  en las orillas del Neva,  la había protegido con su cuerpo, para escudarla del bombardeo, ella sintió que ya nunca más debería preocuparse ni temerle a nada. Y esa misma noche cuando se interpuso  ante  la violencia de Julya, lo termino de confirmar.
         Tasha  le pertenecía irrevocablemente a Nikolay, tanto en la intimidad, en la cotidianeidad, en la vida, en la guerra, como en toda su existencia,… y eso nada, ni nadie ya nunca podría evitarlo.
         –Kolia, creo que las cosas con Julya se pondrá difíciles, temo que mi hermana realmente este decidida a quedarse en este lugar.
         –Deberás hablar con ella –y mirándola con insinuación,  le repitió– hablar, y si ella continúa con esa idea, deberás aceptarla.
         –Sí, eso haré, intentaré una vez más convencerla, hablando. –recalcó.
         –Esa es mi chica. –contestó, con la mirada puesta en la ciudad a oscuras– Oye ¿Qué haces aquí arriba,  no le temes a la oscuridad, a las  alturas, es tan desolado este lugar?
         –Siempre me ha gustado, cuando éramos pequeñas sabíamos subir con mis hermanas, durante las  noches blancas de junio a jugar aquí… –ella miro hacia un oxidado taburete de hierro que estaba próximos a ellos– ahí mismo, se sentaba Nina y escribía sus versos y poemas.
         -¿Tu hermana escribía poemas?
         –Sí, podía escribir versos hermosos. Siempre soñó con estudiar literatura en la universidad de Leningrado, pero mamá no podía costearlo.
         –Comprendo, para tu madre debe haber sido duro quedarse viuda tan joven, y con tres hijas para criar.
         –Sí, pobre mamá, fue una gran madre, pese a nuestras carencias. –y con la voz a punto de quebrarse le dijo– Kolia debo regresar cuanto antes con Anya, mi chiquita me necesita, yo puedo comprenderlo, porque yo necesito de la mía, la necesito con desesperación.
         Nikolay la  tomo de la cintura y la rodeo con ternura.
         –Tasha, no te pongas triste. Muy pronto estarás con nuestra hija, es cuestión de días.
         –Que alegría.., porque me siento perdida sin ella…
          Él  la beso apasionadamente, para alejarle los fantasmas e intentar borrarle los pesares, al menos en esa noche.
         Ella sintió el calor del aliento de él en su cuello, y sus labios húmedos. Y entonces comenzó a temblar.
         –Kolia, te deseo ardientemente– susurro Tasha, en la negra y fría noche.
         El la miro y la abrazo enteramente entre sus brazos.
         –-Tasha, no sé qué voy a hacer contigo. Mi pequeña matrioska– Le brillaban sus azules ojos– Como seguirán mis días sin ti de ahora en más.        
         –Mientras no vuelvas a llamarme así, y nunca me olvides, sobrevivirás–dijo ella dulcemente.
         – ¿Olvidarte… mmm?–y sonrió mientras  arrugaba la frente.
         – No dices que la guerra cambia a las personas.
         –Rectifico,…a algunas personas. A mí no me ha cambiado antes, menos  lo hará ahora. Jamás podría olvidarte. Tú no eres una conquista pasajera, que se pueda olvidar de un momento a otro... Tú eres mi vida, mi amor, la madre de mi hija, … y ahora eres mi familia, mi mujer, me perteneces a mí.
         – ¿y tú me perteneces a mí? ¿o a ella…?
         Él la soltó y la miro con seriedad.
         –Natasha no quería hablar de ella pero… –e inspiro con fuerza– Escúchame, cuando me case con Lena, lo hice para tener una relación seria y duradera  con una mujer, ya estaba cansado de mis frívolas  y aventureras conquistas, ella era una mujer sincera que comprendía mi vida militar, y entendía muy bien de las artimañas de esa vida y la sociedad soviética –dudo un instante pero continuo– no la pasaba mal con ella, ni en mi matrimonio, esa es la verdad.
         – ¿la amabas?
         –La quise, contesto él sin mirarla.
         – ¿la quisiste o la amaste?
         –Yo pensé que la amaba, eso creí… hasta que te conocí.
         Tasha exhaló un suspiro.
         –Esto es demasiado fuerte para mí, hablar de tus conquistas de Lena… de tu relación, no sé porque estamos hablando de ello.
         –Simplemente, porque quiero que nunca, pero  nunca te compares ni con una de mis conquistas pasadas, ni con nadie, porque yo solo he amado a una mujer en mi vida, y eres tu Natasha Serkin, solo a ti te he amado, y no hay vida anterior, y solo habrá vida posterior siempre y cuando tu estés en ella… yo te pertenezco a ti, desde el día en que entraste en mi vida.
         –Oh, Kolia…
         –Sé que tienes miedo —prosiguió  él en voz baja mientras– Yo también lo tengo. Porque no sé cuándo diablos volveré a tener un momento a solas e íntimo contigo, no sé cuánto me llevará regresar a tu lado.
         Natasha permaneció en silencio.  Y se acercó a él,  pegándole su cuerpo, luego le busco los ojos y le dijo:
         –Ahora tienes  un momento… a solas e íntimo conmigo.
         –Lo sé, y se lo voy agradecer a Dios por el resto de la eternidad.
         Y se fundieron en un interminable abrazo.
         –Kolia, pregunto ella al rato titubeando – ¿Cuándo le pedirás el divorcio a Lena?
         Él se tensó, y Natasha se estremeció al notarlo.
         –¿Kolia por qué dudas?...¿acaso no vas a divorciarte?
         –Sí, claro que me divorciaré. Aunque aún no se lo he dicho, yo ya me siento separado de ella… –y con voz ronca le confesó– desde aquel día que te presentaste en el kremlin, y me dijiste que estabas embarazada de cinco meses, que te bese tu bello y hermoso cuerpo… nunca más pude tocar a Lena.
         –Sí, recuerdo ese día, volvías al frente.
         –Exacto, luego regrese para el desfile de tropas, y luego el día que me hirieron… Solo estuve con ella, para mi recuperación… pero no tuvimos intimidad. Nunca más pude tocarla, por eso te digo que implícitamente ambos sabemos que lo nuestro se acabó.
         –pero lo mismo debes hablar con ella, como corresponde.
         –Claro que lo haré. Pero debo esperar el momento adecuado.
         – ¿A qué te refieres?
         –Debo tener cuidado con Lena y su padre. Luego te explicaré. Ahora bajemos que está helado aquí arriba.
         Ella asintió. – vamos Kolia, vamos a la cama.
         Ella creía en él, en su amor, y no dudaría de que Nikolay sabría resolver esos problemas.
         Él  observó a Tasha  durante unos momentos y después  la acercó a en su costado derecho.
         –Sí, Tasha…vamos, vamos a nuestra cama – y mientras se alejaban de la azotea, en voz baja dijo: –Te diré una cosa ahora mismo, ¿de acuerdo? ¿Quieres oírlo?
         –Sí, quiero oírlo.
         – ¿Por qué  contienes el aliento? –Y esbozó una sonrisa— ¿Qué piensas que te voy a decir?
         –No tengo idea, y la verdad Kolia hoy no estoy para adivinanzas.  Y emitió una suave risa.
         –Te amo Natasha Serkin, te amo con tanta fuerza, que duele.– y antes que ella hablara agregó– Confía  en mí Natasha, confía en mí, nunca voy a olvidarte, ni a lastimarte, ni a traicionarte.
         –Confío en ti coronel Volkov.
         Nikolay  la besó en la nariz. Luego la cargo en sus brazos y bajo con ella tomada de su cuello la escalera.






Capítulo 16



         Natasha y Nikolay, vivían  esos días sin   reparos, sin  dudas, ni vacilaciones… Entre ellos  no existían los  matices, y los tonos  neutros,  simplemente porque   no tenían tiempo para perder.  Cada día y cada hora se  esfumaban inexorablemente  ante sus propios ojos. No  hablaban ni de guerra, ni de Alemania, ni de Leningrado, no hablaban de separación,  ni de distancias…ni de partidas…   pero de todas maneras ambos eran conscientes que el momento estaba próximo a llegar.
         Así pasaban aquellos imborrables días… Él leía el alto de informes sobre el estado del frente soviético que le acercaba diariamente alguno de sus hombres, sentado en el sofá del pequeño comedor, o recostado en la cama de la habitación. Ella cocinaba, horneaba pan blanco,  cantaba en ruso y a veces mezclaba  canciones en  francés,  le hablaba de su infancia, de sus vecinos, de su ciudad, otras veces le leía los poemas que Nina había escrito…
                   Tasha ya  no regresó  por el hospital, porque creía que eso era restarle tiempo a Nikolay.
         Sonia y Leyna le tejieron una docena de medias de lana al coronel para que usara cuando regresara al frente en la cercana temporada invernal.
          Por las tardes organizaban entre todos partidos de ajedrez, de dama, o domino, aunque  generalmente jugaban  a las cartas mientras hablaban de temas triviales o las mujeres mayores contaban anécdotas e historias  de su pasada juventud…, todo estaba permitido, con una excepción tácita entre ellos, de  nombrar la guerra. A veces también,  subían al quinto piso y Leyna tocaba el piano para ellos.  Por las noches después de la cena, todos, excepto Natasha,  bebían unas copas de vodka, para vencer a los fríos nocturnos.
         Julya casi nunca estaba en la casa, prácticamente todos los días dormía en la fábrica. Ella y Tasha habían  recompuesto la relación después del altercado por la evacuación, pero la tirantes regresaba cuando la hermana mayor hablaba de los planes que tenían la milicia para la contraofensiva nazi. De inmediato intervenía Nikolay, o Sonia si estaba presente.
         Los bombardeos continuaban incesantes día tras día, noche tras noche. Para recordarles a todos que estaban en Leningrado, sitiados por los alemanes, y que pese a su irreal vida,  la guerra continuaba.

         Si Tasha en esos días hubiese tenido a su pequeña hija a su lado, seguramente hubiese afirmado que eran los días más felices de toda su vida.
         Nikolay y ella de la mañana a la noche,  se consumían sin miramientos, y sin impedimentos.  Hacer el amor para ellos más que una entrega corporal, era una ceremonia  ritual, donde Natasha le ofrendaba a él sus besos, sus caricias, y su cuerpo entero...
         No hablaban del futuro, de Moscú, del invierno, de Lena. Sencillamente  no podían hacerlo.
         Nikolay salía a fumar a las escaleras, y a veces subía hacerlo a la azotea. Tasha advertía, que él cada vez demoraba más en sus salidas.
         –Kolia ¿has duplicado el consumo de tabaco?
         –No... ¿Por qué?
         –por nada, como tardas  tanto en regresar cuando sales a fumar…
         – ¿tardo…mucho? No me doy cuenta.
         “Lo que hago  Natasha,  cuando estoy lejos de ti…es  pensar, pensar y pensar” le informó en silencio. Aunque no hablaran entre ellos, él si tenía muy presente lo que sucedía en su alrededor. A veces pensaba, si a ella le sucedía lo mismo, porque la solía encontrar con el rostro preocupado o triste.
         Nikolay salía a fumar bajo el habitual frío de aquel aire ártico, y  pensaba. Pensaba en el futuro, en Tasha, en su hija,…era consciente que  cabía la posibilidad de que él no la viera crecer,  que tal vez las dejaría   solas y desprotegidas en la  vida. Por más que anhelara y  soñara con llevarlas lejos de Rusia, de Stalin, del ejército Rojo, y de la vida soviética, él sabía que aquello  en ese momento no era más que una ilusión.
         “Dios porque  la has enviado a mi vida, cuando ya  no es el principio sino el final”
         Nikolay  fumaba y pensaba.
           A veces, también pensaba en el pasado. “¿Podre encontrar la manera de no hacerle daño a Lena, conseguir su perdón antes de librarme de nuestro matrimonio? ¿Me perdonará por dejarla, por romper nuestro compromiso, por dejarla por otra?” “No, no lo hará” y entonces pensaba, “¿Tendré tiempo de hablar con mi esposa, antes que los brazos de la guerra me alcancen? ¿Podré sincerarme con ella, antes de marchar hacia lo incierto?”
         Al principio no encontraba  sosiego, serenidad,  ni tranquilidad. No podía soportar que nadie lo mirara. No podía soportar hablar más de diez palabras seguidas con  otras personas. No podía soportar ver a Tasha actuar como si nada sucediera. No lograba controlar sus emociones, ni sus sentimientos. Debía hacer un esfuerzo titánico para no perder los estribos, no tomar su bolso y alejarse lo más lejos posible de aquel lugar. De esa habitación, de esa cama, de ella y de su cuerpo…
         Nikolay no lograba tomar todo lo que deseaba, no lograba conformarse, ni saciarse lo suficiente.
         Nunca sería suficiente.
         Necesitaba todo el resto de su vida, y otra más, para satisfacer su deseo y pasión por Tasha.
         Él salía a fumar,  al aire libre,  cinco o seis  veces por día. Esa noche, la última que compartiría con ella fumo cuatro cigarrillos, antes de subir a acostarse.
         –Kolia cariño, ven a la cama –le dijo ella alegre cuando lo vio atravesar la puerta del dormitorio– tengo mucho frío.
         Él se acercó a ella y le dio un largo y prolongado beso. Ella le tomo el cuello, y respondió de igual manera,  ofreciéndole sin timidez sus carnosos y suaves labios. Tasha había comenzado  a manejar las armas de la seducción, y él al descubrirlo, sintió que se le partía el alma. No quería que fuera de nadie más, no quería imaginar que ella podría alguna vez estar en brazos de otro, si él no regresaba.
         El dolor que le producían   esos pensamientos hizo que se alejara de ella, de inmediato.
          “Enloqueceré, perderé la razón…. Lo haré… sino controlo mis pensamientos” gritaba internamente.
         – ¿Que sucede? – le preguntó ella.
         –Nada – le respondió él.  
         “Nada además de sentir que me rompo por dentro” reflexionó para si mismo.

         Ella  se quedó mirándolo, mientras él se arrancaba la ropa a tirones en la esquina del cuarto.
         –Dímelo Kolia, sé que algo sucede—le suplicó ella.
         –Tasha, no pasa nada...
         –Sólo nos quedan tres días, tres noches, por favor Kolia… no las arruinemos. Si sucede algo lo dices y listo.
         –Ya te dije tres veces que nada sucede, ¿qué partes no entiendes? yo tampoco quiero arruinar ni un minuto de los que nos quede para estar juntos– respondió él levantando la voz.
         Ella lo observó… boquiabierta.
         –Bueno, pero veo que el que está dispuesto a arruinarlos es tu mal humor.
         Nikolay no replicó nada más, se metió en la cama,  se envolvió en  las mantas y en  un brutal silencio.
         Natasha no podía dar crédito a la reacción de Nikolay, nunca jamás lo había visto comportarse antes de esa manera.
         Ella apagó el velador, y se  quedó con los ojos abiertos en medio de  la oscuridad y el silencio nocturno. Increíblemente no había bombardeo esa noche en Leningrado. 
         Nikolay estaba también con los ojos abiertos y el oído atento a la respiración de ella.
         “Tasha no puedo tocarte, porque sufro… pero tampoco quiero ir  hacia la fría e implacable guerra sin sentir otra vez tus caricias” –le hablaba a ella sin palabras, sin voz. En un insuperable silencio.
         Al fin, ella no pudo evitarlo y se abrazó a su espalda. Nikolay al sentir la tibieza de su cuerpo,… reaccionó de inmediato. Se dio vuelta y la beso,  la beso  suavemente. Los labios de ella se abrieron y soltó un leve suspiro… y muy bajo dijo:
         –Discúlpame Kolia por ser tan insistente a veces…   
         –No Tasha,  discúlpame tú,  para mí esto es un tormento, no puedo resistirlo.
         –te entiendo Kolia, eres un soldado. Seguro estas preocupado, y yo haciendo preguntas y planteamientos… infantiles.
         –No, Tasha. Soy yo el que no puedo ser tan egoísta y arruinar nuestros… momentos. Olvidemos lo que sucedió, olvidémoslo. –y volvió a besarla– ¿sientes mi cuerpo, mis manos, mis labios…?
         –Sí, los siento... como no voy a sentirlos.
         –Bueno, es en lo único que quiero que  hagas esta noche…, quiero que me sientas y quiero sentirte.
         Y luego la beso, la acarició, la abrazó, la arrulló, la rozo y toco  con sus curtidas manos… cada milímetro de  piel.. del precioso cuerpo de ella.
         –¿me sientes?
         La única respuesta eran pequeños gemidos de ella.
         –Kolia, tápame la boca… no quiero que me escuchen.
         –ya lo han hecho antes Tasha, te aseguro que esas dos ancianas nunca olvidaran tus gemidos.
         – ¡que! ¿Qué dices…?–se incorporó ella  buscándole la mirada en la oscuridad.
         –No te alteres –y rio suavemente– no has hecho nada que ellas no hayan hecho también.
         – ¡Oh! No me tortures…niégamelo, dime que estas bromeando… –como él no dijo nada, entonces  se quejó– necesitamos intimidad Kolia.
         – ¿Intimidad en la unión soviética? ¿Qué es eso Tasha?
         –En Moscú, vivo sola…Kolia –le hablo ella insinuante sobre sus labios.
         Eso no fue más que un golpe bajo en el estómago del coronel.
         –No tan sola, vives con nuestra hija… y tal vez tu hermana te acompañe, tu no estarás sola. –dijo él con voz dura, imaginándose a otro con ella en aquel apartamento.
         –Kolia, te amo… y no me importa que me hayas hecho gemir delante de los demás. Prométeme que siempre lo harás. –y ella también comenzó a usar sus manos y sus labios… alejando los pensamientos dañinos que atormentaban a Nikolay.
         –Sigue, Tasha… sigue –solo pudo decir él.
          En la mitad de la noche, Kolia la despertó y  la amó otra vez, inhalando hasta el último flujo de su espíritu.

.
                                   ******************************

         Nikolay  preparó el desayuno para Tasha, nada en especial, té, pan y mantequilla. Le llevo la bandeja a la cama mientras ella dormía tan placentera y tranquilamente  como sólo podría hacerlo  un ser celestial, que poseía un alma libre de penurias y conflictos…
         –Tasha –le susurro mientras el corría  de su rostro los largos mechones de su rubia melena
         Ella se desperezó,  y su mirada ambarina le ilumino el rostro.
         –Kolia… ¿qué haces…? ¿Ya te has levantado? …mmm...–que bien que he dormido –y se detuvo en seco–  ¿por qué llevas tu uniforme de combate? – le pregunto ella al tiempo que se incorporaba en la cama.
         –Cúbrete, porque no respondo –dijo él con  voz despreocupada y divertida mientras miraba sus pechos desnudos.
         Ella se tapó con las mantas y preguntó – ¿A dónde vas, vestido  así?
         –Te traje el desayuno – contestó él y señaló la bandeja con el humeante té.
         – Respóndeme  Kolia–la urgencia en la voz de ella era alarmante
         A Nikolay  le costó decirlo.
         –Tasha debo regresar al frente.  Voy a reunirme con mis capitanes ahora mismo, debo tomar el mando de mis tropas, antes te llevaré a Kobona.
         – ¿qué? Pero si aún faltan dos días
         –Ya no tengo más tiempo, han mandado a buscarme, debo presentarme en Vóljov de inmediato. Llevo dos semanas aquí, y solo me habían dado siete días de permiso.
         – ¿Desde cuándo lo sabes? ¿Desde cuándo sabias que debías marcharte hoy?
         –Hace unos días recibí las ordenes de mis superiores, la situación realmente lo amerita.
         – ¿Las cosas van mal?
         –Nunca fue de otra manera. Es el final.  –Nikolay sacudió la cabeza—. Uno de los dos ejércitos  quedará en pie en los próximos meses, la  Wehrmacht o el Ejército Rojo. –Y besándole la frente dijo– Ahora  sólo quiero asegurarme que tu salgas de Leningrado.
         – ¿Cómo lo haces?  Le  preguntó ella admirada.  ¿Encontrar serenidad pese a todo?  ¿Cómo?
         –Es la única forma que tengo para sobrevivir, controlando mis emociones, pero te aseguro que esta vez estoy destrozándome por dentro.
         –Kolia, por favor.
         –Shhh, Tasha no me lo hagas más duro.
         Ella cerró los ojos, por largos segundos, luego tomo aire y le preguntó:
         – ¿Entonces ya está decidido? ¿Eso harás? ¿Finalmente te separaras de mí?
         –Debo hacerlo Tasha y  lo sabes.
         –No, no lo sé, no debo saber todo...
         La voz de ella sonaba  emocionada, desesperada.
         –Nikolay ¿y si… escapamos? ¿Y si buscamos a Anya y nos vamos a Irlanda a la granja de tus padres? ¿Acaso él no se fue ahí para que Stalin no lo persiguiera?
         –Tasha yo nunca te he dicho eso. –le contesto él poniéndose de pie de un salto.
         –Pero yo me he dado cuenta sola, tu padre un bolchevique que participo en la Revolución de Lenin. Que se haya expatriado por su propia cuenta, solo puede ser por una razón, porque huía de las purgas de Stalin.
         El la miro asombrado. Luego se sentó a su lado, y hablando más bajo le dijo:
         –Nunca más repitas eso, Tasha. Nunca más. Y con la mirada preocupada le exigió– mírame, mírame Tasha…no debes mencionar Irlanda.  Prométeme que nunca lo repetirás.
         –Te lo prometo. ¿Pero tengo razón?
         –sí, claro que lo tienes – le acaricio el rostro mirándola a los ojos– eres inteligente Tasha… muy inteligente.  Entonces  estoy seguro que podrás  entender que yo no puedo desertar y huir contigo y mi hija, me matarían apenas nos vieran y a ti y a todas las personas  que conozco los enviarían a los gulag, para castigar mi memoria y mi honor.
      -¿los gulag?- susurró ella temerosa -¿las cárceles de trabajo?. bueno eso seria un riego a correr.
        -Pero déjate de decir locuras Tasha, mas que cárceles de trabajo esos son campos de exterminio ruso. 
         Ella lo miro con miedo, con pesadumbre. Porque sabía que en su futuro, ese futuro que ella se negaba a reconocer, seria incierto e inseguro.
         –Oh Dios. ¿Qué haremos?
         –lo que hemos hecho hasta ahora, resistir.
         –Está bien soldado… pero prométeme que sobrevivirás.
         –esa es mi chica...–y le beso la punta de la nariz– te prometo que yo haré todo para sobrevivir, y tú debes prometerme mantenerte alejada del peligro, llegaras a Moscú, tomaras a nuestra hija y te quedaras encerrada en tu apartamento hasta que yo regrese.
         –Debo trabajar Kolia.
         Él la miro con severidad.
         –No volverás al hospital, yo mismo voy a encargarme de enviarte todos los meses una suma de dinero para que a ti y a Anya no les falte nada.
         –pero, como lo enviaras. Ni se te ocurra nombrarme a Lena, no soportaría semejante humillación.
         –Claro que no lo haré, olvida a Lena, ella no tiene nada que hacer entre nosotros. Enviare el dinero con el oficial Popov, tú conoces a Andrey, y además es de mi entera confianza.
         –está bien.
         –pero bajo ningún concepto volverás al hospital, devuélvele a Anya el tiempo que le has robado últimamente.
         –Lo haré, lo haré con gusto..
         Tasha tenía muy en claro el mensaje implícito en ese pedido.
         “Aléjate del Dr. Ledev”
         Pero no heriría sus sentimientos delatándolo.
         Ella lo miró, él la miro.
         – ¿Crees que tendremos una oportunidad, que tendremos un futuro? –le pregunto finalmente Tasha con la voz  debilitada, y el ánimo decaído
         –Quiero creerlo, para no volverme loco.
         –Yo solo quiero una vida contigo, quiero un futuro a tu lado….Kolia.
         –Tasha.... hay una probabilidad, que aunque la neguemos, existe y deberemos contemplarla.
         Ella lloraría. “No la menciones, Kolia, no la mencione” rogaba en silencio.
         –No  lo hagas, por favor– se anticipó él al notar que ella flaqueaba–  necesito que seas valiente, y que aceptes que  tal vez  tú y yo solo tuvimos  esta única oportunidad para estar juntos,  solo estos fugases momentos, y que tal vez sean los únicos que existirán  entre nosotros, estos días y nuestra hija… Pero   quiero que sepas que a pesar de todo, fueron los más felices de mi vida.
         –Y los míos…–Ella temblaba. – pero tengo fe, que no serán los únicos Kolia, nosotros tendremos un futuro, lo sé, lo supe cuando te conocí, aquel día vi el resto de mi vida pasar frente a mí, y tú estabas a mi lado. Aquel día supe que eras mi destino.
         – Vaya destino– murmuro él coronel. Alejándose de ella– Si desde el día que nos conocimos lo único que he hecho es destrozar tu corazón, y tu vida egoístamente.
         – ¡Eso no es verdad!         –Exclamo ella, en un arranque de fuerzas–     ¿Qué cosas dices, destrozar mi vida y mi corazón?  ¿De qué hablas Kolia?... fui yo la que te elegí a ti, fui yo…siempre fui yo. Te amé  voluntariamente, te amé sin importarme nada más. Así que en todo caso, aquí la única egoísta he sido yo ¿me entiendes, cariño? No vuelvas a culparte a ti mismo. Porque esta fue mi elección, y  la que te arrastró hacia su propio egoísmo he sido yo.
         Él se acercó  y la abrazo
         –Natasha, volveré, volveré a ti… te lo juro.
         –Y yo te creo Kolia, yo te creo… ahora ven... –le dijo con la voz entrecortada– estréchame  más, abrázame con todas tus fuerzas, llévate mi alma contigo, y déjame la tuya…










Capítulo 17
        

         Al caer la tarde,  el coronel  regresó. Llevaba su largo abrigo oscuro, su gorra de piel, y al a caminar hacia ella, Tasha  alcanzó  a ver  que se había cambiado de uniforme, ahora llevaba el de color blanco…  Lo que significaba,  que el general invierno había llegado,  la nieve y el hielo ya  estaban sobre Leningrado….
         – ¿Estas lista?... abrígate bien, el frío es insoportable.
         Ella no contesto, no podía hablar, se le había hecho un nudo en la garganta.
         – ¿Qué pasa? – pregunto Julya mientras traspasaba la puerta del dormitorio… ¿Ya viniste por nosotras?
         – ¿Entonces… vas a Moscú con tu hermana?
         –Claro, quien cuidara a esta cabeza dura hasta que tú regreses –respondió Julya…mirando a su hermana con cariño.
         –Gracias...–dijo él.
         Julya asintió, sabía todo lo que escondía ese gracias. Kolia realmente temía no regresar.
         – ¿Qué ocurre?– pregunto Sonia que también oyó que el había llegado – ¿Entonces, ya se lleva a las niñas coronel?
         –Si señora, las llevaré esta noche... ¿ustedes no han cambiado de parecer?– él, por insistencia de Tasha,  les  había propuesto que se evacuaran, y hasta había conseguido lugar en un refugio para mujeres en el mismo Moscú.  Pero ambas, tanto Sonia como Leyna,  habían sido tajantes y rotundas, nunca se marcharían de Leningrado.

         –Seguimos opinando y sintiendo lo mismo que el día nos propuso evacuarnos, queremos permanecer en nuestro hogar hasta que Dios disponga.
         –Está bien señoras, mañana enviaré unos hombres con suficientes alimentos, para que permanezcan dentro del apartamento en las próximas semanas, no deben salir por nada del mundo de aquí, ahí afuera tanto el frío y los nazis están al acecho. –y con voz y mirada de coronel soviético, pregunto –¿está claro, Sonia?
         –Sí, mi coronel.
         –Lo haremos, Nikolay –afirmó Leyna con timidez, que desde lejos estaba atenta a las palabras de él.
         –Bueno, no hay que perder más tiempo… ¿Vamos? ¿Están preparadas? ¿Llevan equipaje?
         Ambas hermanas terminaron de abrigarse, y tomaron un bolso cada una que solo contenían recuerdos,  llevaban fotografías de ellas y  de su madre, de sus abuelos, libros de poemas de Nina, y memorables objetos que representaban su vida anterior, la que definitivamente dejan aquel día.
         – ¿Natasha estas bien?
         –Tasha no puede reaccionar. Ya lo sabes… No ha dejado de llorar en todo el día –y miro a su hermana con disgusto– como para dejarla que se marchara sola.
         –ya reaccionará, ahora vamos. –replicó el con voz ilegible– debemos darnos prisa. Cruzaremos en una barcaza militar, que cada noche transporta municiones de una lado a otro del Ládoga,  Hay que llegar a Kobona, antes del amanecer...
         Tasha seguía sin emitir palabras, sus labios apenas se movieron al despedirse con un abrazo de Sonia y de Leyna.

         Más tarde cruzaban el lago envueltas en frazadas que Kolia les había entregado. La helada nocturna no tenía misericordia  aquella  noche de Noviembre.

         –Hay un camión que espera en el cuartel de Kobona, que sale hacia Moscú con correspondencia militar, en ese viajaran ustedes.
         Se acercó a Tasha y le tomo la mano.
         –Natasha habla, por favor. ¿Has oído lo que te dije?... llegaremos a Kobona, donde podrán  desayunar, hay comedores preparados para recibir a los evacuados, y de inmediato…  Julya  y tú  saldrán hacia Moscú, ¿entiendes lo que eso significa?... al fin te encontraras con nuestra hija. Bésala mucho por mí, dile que la adoro y sueño cada día  con ella … ¿se lo dirás Tasha? ¿Se lo dirás verdad?
         Ella asintió, y apoyo su cabeza en el brazo de él.
         –Por favor Tasha, no me lo hagas tan duro… Me sentiré mucho más tranquilo sabiendo que  estas en Moscú con Anya, que estas lejos Leningrado, que ya no corres peligro.
         “¡Pero yo no sentiré lo mismo! …yo podre estar  tranquila sabiendo que tú te quedas aquí Kolia, que tal vez jamás vuelva a verte, que nuevamente yo misma soy la culpable de todo lo que te sucede. Tu deberías estar como estratega en los montes Cáucaso y no próximo a combatir en una guerra final y sangrienta con los nazi en Leningrado”. Gritaba en silencio Natasha.
         Al cabo de casi diez  horas llegaron al cuartel de Kobona. Nikolay hablo con otros soldados, y luego les aviso a Julya y a Tasha, que el camión hacia Moscú partiría de inmediato, no había tiempo que perder.
         –No podrán desayunar, ya no hay tiempo
         –No te preocupes Nikolay, tenemos unos panecillos en nuestro bolso–lo tranquilizo Julya...–y al ver que su hermana permeancía igual de silenciosa y alejados de ellos.
          Fue Julya  quien se hizo cargo de los detalles, recibió los salvoconductos, los nuevos documentos de Tasha que el mismo le había gestionado y un sobre con dinero.
         –Yo después , se lo entregaré a mi hermana…apenas este mejor–susurro Julya– no debes preocuparte, esta es otra faceta de Tasha, cuando algo no le gusta, lo niega de esta manera, evadiéndose.– y exhalo un largo suspiro– …siempre fue así, ella definitivamente nació en el lugar equivocado, nunca logrará comprender la vida soviética.
         –Cuídala Julya, cuida de ella y mi hija, por favor.
         –Claro que lo haré, yo adoro a mi hermanita, ¿Por quién  crees que he decidido quedar como una cobarde, al huir de mi ciudad? Por ella, por quien más.
         –Dios te recompensara por esa decisión –le dijo él tomándola con fuerza de sus brazos. Luego le beso la frente– Nuevamente gracias. – y el coronel carraspeo antes de continuar– Si algo me sucede a mí, si por aquellas fatalidades del destino, no regreso, Andrey Popov, un gran amigo, velará por ustedes, y protegerá a mi hija. No lo olvides, el oficial  Andrey Popov quien está a cargo de mi oficina del kremlin.
         –no lo olvidaré. –Y luego de mirar a su hermana  dijo– subiré al camión, así pueden despedirse, nos veremos pronto cuñado.
         –Así sea Julya Serkin, eso espero.
         Luego de que Julya se marchara se acercó a ella.
         – ¿Tasha?
         – ¿Si Nikolay?
         –Debes montarte en ese camión ahora, te llevara a nuestra hija, Anya  te necesita Tasha.
         –lo sé.
         – Esto es lo mejor para todos. –La tomo con suavidad de la barbilla y lo obligo a mirarlo– no olvides escribirme, escribe muchas cartas para mí y cuéntamelo todo, mantenme siempre informado de Anya y de ti. Cuando Andrey te lleve cada mes el dinero del que hablamos se las entregas a él, luego el mismo se encargara de hacérmelas llegar. ¿Si? ¿Me escribirás?

         –Si Kolia, te escribiré.
         –Te quiero, Tasha, te amo.
         –Kolia por favor, no puedo dejarte aquí, no puedo. Regresa conmigo, regresa a Moscú… busquemos a nuestra hija e intentémoslo, busquemos la forma de irnos de este país, al menos lo intentemos…Por favor Kolia.
         –Natasha, ya hemos hablado de esto antes. Quiero que tengas más fe en mí, yo voy a sobrevivir, y para que eso suceda debo tener la tranquilidad de que tú y Anya están bien, y sobre todo quiero saber que seguirás siendo tan fuerte como lo has sido hasta ahora. Vamos Tasha, no me dejes triste penando que tu sufres, no lo hagas.
         –te quiero de regreso Coronel, te quiero de regreso en Moscú  pronto.
         –me salvaré para ti Tasha, te lo prometo.
         Ella se abrazó con fuerza a él, no quería soltarlo nunca más.
         “Tasha no lo hagas tan difícil, romperé en llanto aquí mismo sino te marchas ahora mismo” susurró el corazón del coronel Nikolay Volkov.
         Él la separo como pudo de él mismo.
         –Debes marcharte Tasha, están esperando por ti.
         –Adiós, entonces, hasta pronto mi soldado.
         Él le tomo las manos y se las beso. Miro hacia el camión que estaba en marcha esperándola.
         –Ve, Tasha… anda, vete.
         –Kolia no me mandes al suplicio sin sentir nuevamente tus labios, bésame Kolia, bésame.
         Nikolay la abrazo y la beso con tanta fuerza, que ella se quedó sin aire.

         Y luego sus cuerpos caminaron hacia direcciones opuestas, ninguno de los dos pudo mirarse nuevamente.


         Tasha subió a la parte trasera del  camión y busco a su hermana, que estaba sentada en un rincón, había muchas personas en ese vehículo, pero ella solo vio a Julya. –
         – ¡Dios! ¡No puedo dejarle aquí! —Tasha se aferró al   brazo de Julya llorando.  Su hermana mayor le apretó las manos tratando de controlar el temblor del cuerpo de Tasha.  Nunca la había visto antes así, nunca…
         –Tasha, no lo quieras tanto por favor, no lo quieras tanto. Guarda un poco de amor para los demás…
         –Mi amor es él, solo él –respondió ella con el corazón roto.
         Pasaron  horas y horas, hasta que al fin los soldados detuvieron el camión, y les  anunciaron a todos los pasajeros que habían llegado a Moscú.


        







Capítulo 18

         El opuesto  de aquellas noches  blancas de Leningrado, que Natasha le había descripto como  días que  nunca finalizaban  y  como una presencia de magia crepuscular en la ciudad,  seguramente  serían las negras  y  sombrías noches del mes de Diciembre.   Por aquellos  días la ciudad amanecía tarde,  alrededor de las diez de la mañana, y siempre con el  mismo cielo  gris y apagado,  un cielo que con el transcurso de las horas se transformaba en un gris oscuro, y de inmediato daba  lugar a una interminable, cerrada y fría noche.

         Eran los últimos días de Diciembre de 1942, y…el Lago Ládoga finalmente se había congelado por completo. Nikolay estaba en una reunión con el alto mando de Leningrado, en el cuartel soviético del Smolny,  donde se discutan  los últimos  preparativos  para el gran  asalto en contra de las tropas alemanas,
         Con la llegada del nuevo invierno, los soviéticos  tendrían la tan esperada oportunidad de finalizar asedio y romper por fin el cerco alemán. Tanto el ejército rojo  como los  habitantes de Leningrado  estaban preparados para el gran cometido.
         –“La poca población que queda, ya sea porque los demás  han muerto o han sido evacuados, se reduce en este momento a  unas setecientos cincuenta mil personas. Esta gente    tienen una gran cantidad de reservas alimenticias que les impedirían pasar hambre en los próximos meses,… aunque deberemos continuar  un estricto racionamiento”–les informaba  un oficial, que hacía de vocero de la reunión y tenía los datos actualizados en sus manos.
         –La Operación Iskra, se viene planificándose desde hace meses, y no puede fallar, no podemos perder esta oportunidad – manifestó el general  Govorov, a todos los  integrantes de la reunión. –combatiremos a los alemanes   con  ataques coordinados desde los frentes de Vóljov y de  Leningrado. ¿Coronel Volkov, usted tiene todo alistado para contraatacar, luego del bombardeo?
         –Sí, señor, mis tropas y yo solo esperamos órdenes.
         –Nosotros lanzaremos la contraofensiva desde Leningrado contra Schlüsselburg, necesitaremos que desde Vóljov nos refuercen con el bombardeo, seguramente los enfrentaremos en las costas del Ládoga, pero mientras nosotros iniciamos esa batalla, ustedes  deberán avanzar a través del rio Vóljov y enfrentar las tropas españolas, que están apostadas en Puskin, Kolpino y el Río Izhora.
         –No cuento con tantos hombres señor, según tengo entendido la División Azul española, nos triplica en números de hombres.
         –Coronel, así es plan inicial y nada ni nadie lo cambiará. ¿Me comprende? Son órdenes del kremlin, instrucciones directas nuestro camarada Stalin, nosotros solo las cumpliremos, no estamos para cuestionarlas ¿entendió coronel?
         –Sí señor. Lo entiendo.
         –Nos arregláramos con los hombres que tenemos en este momento. Y si no logramos combatirlos al menos debemos romper el cerco de una maldita vez.
         –En eso estamos todos de acuerdo señor, ahora si me disculpa debo regresar al Vóljov cuanto antes.
         –Porsupuesto, puede retirarse coronel, aquí tiene las ordenes detalladas con la fecha y hora del inicio de la operación Chispa.–Y le entrego un sobre cerrado y con el sello del kremlin,
         “Stalin nos condena, con sus malditos delirios” pensó Nikolay, mientras se retiraba del cuartel general soviético. “pero no se saldrá con la suya, si tengo que morir lo haré por mi país pero  no por él”

                                                         *************

         Más tarde en el cuartel de Vóljov,  Nikolay dejo un alto de paquetes de cigarrillos que había comparado en los almacenes militares, sobre su escritorio, y busco entre sus documentos las cartas que había recibido en los últimos días de Natasha, en una le refería sobre el encuentro con Anya. En otra le relataba los pormenores del encuentro con Lena, quien se había presentado en su apartamento, exigiendo ver a la niña, como si tuviese algún tipo de derecho a ello. En otra carta le hablaba de Julya que había conseguido trabajo en el hospital donde ella misma había trabajado en el pasado.  En una de las cartas solo le hablaba de cuanto lo amaba y lo extrañaba, y en la última le pedía, le rogaba que regresara, o al menos que pidiera permiso por un par de día.
         “Tasha como si eso fuese posible” pensó, como si fuera tan fácil, aquí no tengo prácticamente a nadie que le importe lo que yo deseo o necesite. Aquí mismo ya no soy un coronel, sino un simple soldado de Stalin que debe recibir órdenes sin  cuestionarlas.
         Toma una de las cartas, le gustaban todas, adoraba a cada uno de aquellas misivas,  así que la tomo al azar. Con el solo hecho de saber que era su puño y letra quien ponía esas palabras en papel, ya era suficiente para afianzar el lazo entre ellos.

         Querido  Kolia:
                   Tus cartas son tan esporádicas, que me atemorizo.  Yo te he escrito una docena, y en mis manos tengo dos cartas tuyas ¡solo dos!...eres un mezquino coronel Volkov.  ¿Qué está sucediendo? ¿Va todo bien?  Andrey Popov, me dijo que hace días que no recibe noticia tuyo, que tal vez estés  muy ocupado.  Apropósito, me trae dinero con regularidad, cada quince días,  me trae mucho más de lo que yo puedo gastar, no es necesario que me envíes una suma tan importante Kolia, nosotras con muchísimo  menos viviríamos igualmente bien.  Me dice que estas bien, que no debo preocuparme. Pero yo lo mismo no puedo dejar de hacerlo. Ya tengo demasiados tormentos en mi cabeza, no los agites por favor, tranquilízame,  escríbeme. Escríbeme inmediatamente coronel Volkov, necesito saber que todo continúa bien. Ya no voy a suplicarte que regreses, solo voy a implórate que hagas un solo viaje, al menos por un día,  necesito verte, necesito sentirte, necesito hablar contigo Kolia, escuchar tu voz, y perderme en el azul de tus ojos… extraño esos ojos, ¡por Dios como los extraño! A veces me dan ganas de ir yo misma hacia ti, pero no lo haré… “no te preocupes”, “no pongas esa cara”.  Voy a cumplir con la promesa que me he hecho yo misma de nunca jamás volver a separarme de mi pequeña Anya. Oh, Kolia, nuestra hija está cada día más grande, y hermosa. Pronto cumplirá su primer año, no puedo creer como pasa el tiempo. Te amo Kolia. ¿lo sabes verdad? …¿te lo he dicho lo suficiente? Te amo cuando despierto en las mañanas, te amo cuando miro a nuestra hija, te amo cuando me acuesto en las noches, te amo cuando respiro…te amo mientras vivo. …Y Kolia, necesito verte, necesito decirte muchas cosas.

         “Necesito decirte muchas cosas”, esa frase lo intranquilizaba, y mucho. ¿Algo sucede?... algo que no quería decírselo por cartas. ¿Que estaba mal con Tasha?

         Luego de recibir la carta, le hablo a Andrey para preguntarle si había notado a Tasha intranquila o preocupada,  pero  le contesto que no,  que la había visto muy bien, que no vio ninguna preocupación en ella cuando hablaron, que Tasha estaba tan “perfecta como siempre”.  En ese momento odio a Andrey, porque él si podía ver a Tasha cuando se le ocurría, mientras que él mismo solo podía soñar con un encuentro con ella.
         Tomo nuevamente la carta y releyó por enésima vez esa oración.  Luego rebusco entre el alto de cartas la que le contaba del encuentro con Lena.

         “… (…)  Lena estuvo aquí hace unos días, se la notaba muy nerviosa, me dijo que había venido varias veces a buscarme y no había podido dado localizarme. Le dije que no había estado en la ciudad. Quería saber a toda costa donde estuve, le respondí que eso a ella no le interesaba. Y luego se ha puesto como loca, empezó a decirme que ella debe cuidar de tu hija, mientras tu estas ausente.  ¿Pero qué se ha creído? Anya tiene madre, y está viva y  se encarga de ella. Nikolay  no quiero ni pensar que hubiese sucedido si ella descubría que nuestra hija estaba dos pisos más arriba, en el apartamento de mi tía cuando yo estaba en Leningrado. No sé porque, pero la he notado muy cambiada, no parece la Lena que yo conocí. Y no pienses que son ideas mías, que solo me siento en falta  por lo que ha sucedido entre nosotros, no, esas  son tonteras que dice Julya, no se trata de que yo me sienta culpable y vea fantasmas, …  Te aseguro que  algo se trae Lena, y no es nada bueno, lo sé, lo siento… lo intuyo….(…)”
        
         Nikolay sabía que Natasha no estaba tan errada, el mismo se había sentido inquieto al recibir en todo ese tiempo que llevaba en Leningrado una sola carta de su esposa,  y era además extremadamente perturbadora.

         “Kolia, esposo mío, estoy sorprendida por tu repentino cambio de planes ¿del sur hacia el norte? ¿De la defensa hacia el cerco? ¿Qué te ha llevado a cambiar tu tan estudiada  táctica de defensa, por ocupar el cargo de coronel en un frente ya  diezmado por los ataques? ¿Pretendes suicidarte, o solo fue un heroico intento por salvar, lo insalvable? Porque te aseguro que Leningrado caerá, y seguramente arderá en el infierno… Nada que haya salido de ahí es bueno, nada.  Las luces del norte no existen, olvídate de ellas. Son solo luces que duran lo que dura un solsticio”….(…)
P/D.  ¿Por qué mientras uno mas triste esta, más motivos te da la vida para estarlo?...  Hasta mis libros me entristecen. ... Hace unos días, he leído una novela muy interesante, que me ha hecho pensar en el amor... ¿Sabes cuales son los peores amores que existen?.. El que llega tarde, el usurpador, y el unilateral.  Los tres son imposibles, los tres están condenados… a perecer. Sé que uno de ellos es el que me ha tocado a mi. Conociendo esa certeza, ¿Será inmoral destruirlo, antes de que ese amor sea el que destruya mi vida?


         “¿Qué diablos significaban esas extrañas palabras?”

         ¿Qué hacer?... ¿Qué hacer para aclarar esas insidiosas dudas, que lo estaban dañando? ¿Cómo hacer para acabar con esa maldita mentira?  Se sentía una basura por seguir mintiéndole a Lena. Debo aclarar todo, debo quitarme este peso de encima.



         Hablo esa misma noche con su suegro al Kremlin.
         –Necesito que envíe por mí, con cualquier excusa, pero debo regresar a Moscú cuanto antes.
         – ¿De qué hablas Nikolay? Sabes muy bien que estamos a días de romper el maldito cerco, hay que finalizar los últimos retoques de la operación chispa.
         –Hans, esta todo perfectamente arreglado. Le aseguro que aquí no hay mucho por organizar, solo queda por esperar el día y la hora,  tomar nuestros fusiles y enfrentar prácticamente cuerpo a cuerpo a un ejército que triplica el nuestro.
         –Eso se ve feo, al menos como tú lo dices.
         –Es la realidad, y nunca antes alguien ha dicho que se ve bonito un enfrentamiento. Dejémoslo así  Hans. Ahora solo le  pido ese favor, no como mi general sino como mi suegro. Debo ir hablar con Lena, algo me inquieta  en sus cartas.
         El general  titubeo, pero luego dijo.
         –Solo dos días podré conseguirte Nikolay, ven y habla con mi hija, yo también la he notado demasiado alarmada últimamente, ven y tranquilízala dile que nada te pasara. Que romperás el cerco y volverás a su lado.
         Nikolay no  contesto.
         –Deberás estar de vuelta en dos días, yo mismo hablare con el general Govorov,  ya le inventaré algo, no le diré que es un tema personal. Eres un coronel


         –Muchas gracias Hans.